Ocho parapléjicos han recuperado movimiento y sensibilidad gracias a exoesqueletos que controlan con el cerebro. A base de entrenamiento, han conseguido despertar nervios espinales que estaban dormidos, pero no muertos. Un centenar de científicos de todo el mundo han participado en este proyecto.

Como la llegada del hombre a la Luna, esta invención comenzó con un pequeño paso. Desde el saque de honor en el Mundial de Brasil de un joven parapléjico, Julian Pinto, ni él ni otras siete personas con lesiones en la médula espinal han dejado de entrenarse.

Los primeros pasos los dieron con sus propios avatares por la realidad virtual. Pero después se enfundaron un exoesqueleto, que, conectado a sus cerebros, los convirtió en realidad.

Ya son capaces de mover voluntariamente alguno de sus músculos y han recuperado parte del tacto. Porque el entrenamiento ha reactivado nervios dormidos que podrían haber sobrevivido a la lesión medular.

Este proyecto confirma que el trabajo con exoesqueletos, como un proyecto español desarrollado por el CSIC, el primero del mundo dirigido a niños con atrofia muscular, funciona.

"Con el movimiento, se produce esa neurorehabilitación. De manera que todas las conexiones neuronales, que están involucradas en el proceso de caminar, se reconstruyen y se rehabilitan", explica Elena García, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Estos exoesqueletos ayudarán a niños como Álvaro, de cinco años, pero con un sueño muy concreto: caminar. Aunque aún necesitan un millón y medio de euros de financiación para ser comercializado. Es la grandeza de lo que a priori parece sólo un pequeño paso para el hombre.