El espacio exterior es capaz de brindar auténticos espectáculos visuales. En ocasiones, un buen telescopio, unos prismáticos o incluso una alzada de vista al cielo—eso sí, en el momento adecuado— pueden suponer herramientas extremadamente útiles para disfrutar de los mejores regalos del universo. Y, sin duda, en lo alto de los fenómenos galácticos, las lluvias de meteoros tienen un hueco reservado.

Es habitual leer y escuchar sobre perseidas y acuáridas a lo largo del verano. Pero, ¿son estos fenómenos lo mismo? Cuando uno se va al monte a mirar el cielo estrellado, ¿puede ver dos lluvias de meteoros al mismo tiempo? La realidad es que, pese a que las perseidas y las acuáridas compartan la misma naturaleza, tienen muchas diferencias entre sí. Empezando por el mismísimo principio: unas nacen a la otra punta de las otras.

Primera diferencia: la localización

"Las perseidas nacen en la constelación de Perseo, mientras que las acuáridas provienen de Acuario", explica a laSexta Miguel Guilarte, astrónomo y director de la Asociación Española de Astronomía. Esto ocurre por la radiante, es decir, el punto de origen de estos fenómenos si se atiende a su trayectoria: "Perseo está al norte y Acuario al sur. Entonces, si retrocedes en la dirección de estos meteoros, puedes saber que vienen de puntos contrarios", explica el experto.

Según Guilarte, hay más de 140 lluvias de estrellas fugaces al cabo del año. Cada una tiene su nombre asignado en función de la constelación en la que hayan nacido: "Las oriónidas vienen de Orión, las líridas de Lyra… y así". Hay muchísimas lluvias porque hay decenas de cometas que orbitan el Sol y dejan sus partículas. En este caso, asegura Guilarte, las perseidas son especialmente importantes, porque "pueden dejar hasta 100 meteoros a la hora", número que las acuáridas no alcanzarán este año.

Segunda diferencia: la fecha en la que se manifiestan

"Las lluvias de meteoros proceden de los cometas, y su aparición depende de cuándo pasen dichos cometas por la órbita de nuestro planeta", asegura Guilarte. De este modo, las perseidas y las acuáridas, al venir de cometas distintos, que tienen diferentes fechas de llegada a la Tierra, no se ven en el mismo momento (al menos en su máximo esplendor). Aunque sí que conviven juntas, porque estos fenómenos pueden alargarse hasta un mes.

"Las perseidas alcanzan su máximo exponente el 12 de agosto, con la llegada anual del cometa Swift Tuttle. Las acuáridas, en cambio, se manifiestan el 30 de julio", explica el experto. Ahora bien, si se dan las circunstancias adecuadas, podría disfrutarse de ambos fenómenos al mismo tiempo: "De hecho, la lluvia de las Delta acuáridas coincide con las altas capricórnidas. Es más, se solapan, y las perseidas no son solo el día 12, duran mucho más, y durante unas semanas coinciden con las acuáridas", relata.

No obstante, el astrónomo remarca que ese día en el que manifiestan todo sus meteoros resulta fundamental en la apreciación: "Cuanto más lejos estés de esa fecha, menos meteoros vas a ver, y para cuando quieras ver las perseidas, las acuáridas ya estarán en decadencia total", lamenta.

Tercera diferencia: la visibilidad que tienen

"Las perseidas hay que verlas siempre, pero este año todavía más", incide el astrónomo. La razón está en que el calendario lunar de mediados de agosto se presenta como especialmente favorable para esta lluvia de meteoros: "Este año apenas habrá Luna, por lo que la visibilidad de las perseidas será mucho mayor. Las acuáridas, por el contrario, se van a ver muy perjudicadas, ya que se van a topar con luna llena", espeta.

Guilarte explica que la buena (o mala) visión de este tipo de fenómenos depende de cómo esté el cielo: "Siempre que se habla del cielo oscuro —la forma más óptima de ver estrellas—, se habla de verlo en lugares muy apartados de las ciudades. En Madrid, Valencia o Barcelona no se ve absolutamente nada". En este caso, no importa qué se quiera observar, si perseidas o acuáridas, la contaminación lumínica siempre será un condicionante para la apreciación de estos eventos.

Sin embargo, es mucho más sencillo ver las lluvias de estrellas que otro tipo de eventos, como la llegada de cometas. No se precisa ni de prismáticos ni de telescopio y, aunque la contaminación lumínica siga siendo un enemigo a batir para los astroturistas, este año, al menos las perseidas, prometen ser espectaculares.