Seguro que todos hemos pensado en alguna ocasión antes de esa cena navideña con amigos, familia, trabajo, etc.: "Hoy no como, que esta noche…". Tengo la sensación de que vivimos en cuestiones alimenticias en un constante control por si engordo, por el que dirán, por si acaso, por muchos porqués. Así que, cuando llegan días señalados, tu mente fantasea con comer todo aquello que durante bastante tiempo te has privado o no has podido comer.

Creo que aquí viene el primero de los fallos, en esa privación del deseo ocasional, intentaré poner un ejemplo para que nos entendamos.

Imaginemos que tenemos esos 18, 19 años, y nos gusta ese niño o esa niña que pasa de nosotros, misteriosamente nos empieza a gustar más y más, precisamente porque lo prohibido, lo "inalcanzable" despierta el deseo. Pero un día los astros se alinean y conseguimos darnos unos besitos con esa persona, curiosamente y poco a poco el deseo va disminuyendo, va desapareciendo hasta que en ocasiones te llegas a cuestionar qué tenía esa persona porque ya ni lo ves guapo ni guapa ni nada de nada.

Pues bien, algo así pasa con la comida, es mucho más interesante conseguir establecer unos patrones de vida interesantes en relación a actividad física, sedentarismo, control emocional, etc, y darse alguna vez algunos permisos, ya que estos permisos, seguro hacen que no veamos ciertas circunstancias en relación a la comida con tanto deseo.

Algo así pasa con la saciedad, cuando vamos a enfrentarnos a una comida copiosa, es un gran error no haber comido con antelación, ya que cuando tenemos hambre las decisiones tanto en cantidad y calidad son mucho peores que cuando estamos algo saciados.

No hablamos de comer una comida normal antes de otra comida, hablamos de saciarnos algo con alguna pieza de fruta, algunos frutos secos o alguna ración de encurtidos, saciarnos lo justo para no llegar a la comida con un hambre feroz.

Por último, sería interesante comer en frecuencias de tiempo de 5 a 10 minutos, es decir, nos ponemos lo que vayamos a ingerir en plato pequeño y nos lo tomamos, y cuando terminemos, esperamos esos cinco o diez minutos para volver a realizar la misma acción. Debemos darle tiempo a nuestro cuerpo a que vaya liberando la famosa leptina u hormona de la saciedad, ya que, si comemos de manera continua y cambiando continuamente de estímulos, esa hormona se segrega de manera ineficaz y la sensación de saciedad es mucho más tardía.

Así que recordad comer algo antes de ir a esas comidas navideñas, poneros lo que queráis en platos pequeños, y entre las diferentes ingestas, esperad de cinco a diez minutos, pero sobre todo disfrutad de la compañía.