A diferencia de la alimentación consciente, la alimentación sin pensar es comer sin prestar atención a nuestra experiencia del momento presente. Esto puede tomar muchas formas, incluyendo comer distraído (como mirar televisión o usar el teléfono), comer rápido o comer en respuesta a estímulos emocionales en lugar de hambre física.

Esta es una experiencia muy común con la comida, especialmente cuando comienzas tu viaje hacia una dieta más equilibrada y consciente, así que permítete un poco más de compasión durante este período.

Comer descuidadamente puede provocar que se coma en exceso o se produzcan atracones, así como otras consecuencias negativas para la salud.

Cuando comemos sin prestar atención a las señales de hambre y saciedad de nuestro cuerpo, es más probable que comamos en exceso y consumamos más calorías de las que necesitamos.

Cuando comemos para satisfacer nuestras emociones en lugar de nuestra hambre física, podemos utilizar los alimentos como un mecanismo de afrontamiento para controlar el estrés, la ansiedad u otras emociones difíciles. Si bien comer emocionalmente no es una experiencia "mala", con el tiempo solo usamos la comida como una herramienta para hacer frente a nuestras emociones, lo que nos pone en riesgo de ser más desafiantes a la hora de manejar esas emociones de una manera de apoyo a más largo plazo.

Efectos nocivos de una alimentación no consciente

El impacto más negativo que tiene la alimentación sin sentido en nuestra salud es nuestra relación con la comida. Cuando perdemos la conexión con nuestro cuerpo y comemos sin conexión o distracción, ignoramos las verdaderas necesidades nutricionales de nuestro cuerpo. Además, las investigaciones han demostrado que las personas que comen mientras están distraídas, como mientras miran televisión o usan su teléfono, consumen más calorías que las personas que comen sin distracciones. Además, los que comen rápido tienden a consumir más calorías que los que comen lentamente. Si bien comer más no es algo "malo", puede generar el hábito de comer en exceso o comer más de lo que nuestras señales de hambre nos indican que comamos, porque no estamos escuchando.

Además, utilizar la comida como mecanismo de afrontamiento del malestar emocional también puede provocar trastornos alimentarios conductuales, como atracones o alimentación emocional y mala alimentación, que pueden afectar negativamente a nuestra salud mental y bienestar.

Cómo practicar una alimentación consciente

Practicar una alimentación consciente puede requerir un poco de práctica, pero es una habilidad que cualquiera puede aprender. A continuación, te ofrezco algunos consejos que te ayudarán a empezar:

1. Disminuye el ritmo y disfruta de cada bocado. Tómate el tiempo para masticar tus alimentos lentamente y disfrutar de su sabor y textura.

2. Come sin distracciones. Trata de evitar comer mientras miras la televisión o usas tu teléfono, ya que estas distracciones pueden distraerte de la comida.

3. Presta atención a tus señales de hambre y saciedad. Tómate un tiempo para controlar tu cuerpo antes y durante las comidas para ver si tienes hambre o estás lleno.

4. Elige alimentos que nutran tu cuerpo, alimentos ricos en nutrientes para darle a tu cuerpo la energía y los nutrientes que necesitas para funcionar de la mejor manera.

5. Sea amable y compasivo contigo mismo. Recuerda que nadie es perfecto y está bien comer sin pensar durante un rato. Practica la compasión y el perdón cuando ocurran estos momentos. La alimentación consciente y la alimentación sin pensar son dos enfoques de alimentación muy diferentes que tienen un impacto significativo en nuestra salud y bienestar.

Al practicar una alimentación consciente, podemos aprender a prestar atención a nuestras experiencias del momento presente y desarrollar una relación más saludable con la comida y nuestro cuerpo. Por otro lado, comer imprudentemente puede provocar comer en exceso, trastornos alimentarios y consecuencias negativas para la salud. Al ser más conscientes de nuestros hábitos alimentarios y tomar decisiones informadas sobre qué, por qué y cómo comemos, podemos fomentar una relación más saludable con los alimentos y mejorar su salud y bienestar general.