Hace unos años, en el 2017, Sánchez era un cadáver político que recorría España dentro de un Peugeot. Iba sonriente, acompañado por tres sombras en busca de un descanso eterno. Visto así, su destino no era otro que el del Averno; la entrada al inframundo donde Sánchez dejaría de ser un cadáver político a cambio de entregar a sus compañeros al fuego perpetuo.

Sin dudarlo, podemos hacer una lectura sobrenatural en todo lo que esta sucediendo. Y esa es la misma lectura que ya hicieron los antiguos griegos y que forma parte de nuestra mitología, aunque a Sánchez y a sus víctimas expiatorias estas cosas les pillen muy lejos. Con leer wassap -o cómo se escriba eso- ya van listos de papeles en lo que se refiere a formación cultural. Parece ser que desde el gobierno no tuvieron suficiente con la desafortunada manera que emplearon cuando se trató de manejar la pandemia, sino que además se sirvieron del trauma colectivo para hacerse trapis con las mascarillas. Da lache -vergüenza en caló- pensar que mientras el pueblo contaba sus muertos, nuestros representantes políticos contaban dinero.

En estos días de frío y de juzgados, con el aliento agónico de un gobierno que boquea en cada avance informativo, leo un libro tan interesante como bien documentado. Se trata de Avernalia (Akal), un texto muy jugoso donde el historiador y arqueólogo Arturo S. Sanz hace un recorrido por el Más Allá, desde las apariciones y espectros de la antigua Grecia hasta los edificios encantados que comentaba Plinio el Joven, pasando por los exorcismos y las posesiones demoniacas que aparecen en una de las cartas de Firmiliano, Obispo de Capadocia.

Un libro muy completo, ya dije, que nos lleva hasta el principio de nuestra civilización para mostrarnos el lado irracional, inconsciente, que dominaba todo lo referente al viaje que hacemos después de la vida. Se trata del mismo impulso irracional que subyace en cada uno de los ocupantes del Peugeot de marras; una clase política que antepone sus intereses personales a los intereses del pueblo. Lo estamos viviendo.

Hay un capítulo en este libro donde aparecen ejemplos de espectros vengativos o malvados, y es aquí donde podemos identificar a Ábalos, a Koldo y a Cerdán como cadáveres privados de la sonrisa de bella muerte, y esto es debido al maltrato de sus cuerpos en descomposición, echados a la opinión pública igual que si hubiesen sido echados a la cuneta desde un coche en marcha; en este caso un Peugeot fantasmagórico en cuyo maletero se esconde una guadaña, una alegoría dispuesta no sólo a cortar cuellos, sino también a cortar la rosa y el capullo de los cien años de honradez de uno de los partidos más corruptos de nuestra democracia. El otro es el PP; ya saben. Y en eso consiste el bipartidismo.

Mientras tanto, mientras la sangre llega a la laguna Estigia, yo sigo aquí, igual que hace un rato, terminando de leer uno de los trabajos más fascinantes de los últimos tiempos acerca del otro lado de la vida, ahí donde la puerta del infierno se ha quedado abierta en espera del siguiente. Todo indica que no tardará mucho. Mientras tanto, los cadáveres de Cerdán, Koldo y Ábalos aguardan el chorro de fuego.