Estaba escribiendo este artículo, cuando se me ha acercado un compañero y me ha dicho: ¿cuándo vuelven los políticos?. Me ha hecho mucha gracia la pregunta. Le he respondido que los políticos, algunos, ya han vuelto. Después de reírme me he puesto a reflexionar. La pregunta encierra más cosas de lo que parece. Es probable que, como él, haya mucha gente que no se haya percatado de que esta semana han asomado la cabeza Casado, Iglesias y Sánchez. Políticos que pasan desapercibidos por ciudadanos que les ven pero ya no les escuchan. Ciudadanos que les votaron pero que ya ni tan siquiera les ven. Dice Pablo Iglesias que no tenemos que confiar en ellos. Me temo que la desconexión va mucho más allá de la desconfianza. Ha pasado al nivel de la ignorancia.

Si pensaron que el descanso de nuestros políticos serviría para rebajar la tensión, estaban equivocados. Si creyeron que desconectarían unos días para ponerse manos a la obra nada más llegar, tampoco estaban en lo cierto. Si creyeron que usarían estos días para reflexionar y acercar posturas, olvídense. Se han ido, han vuelto y todo sigue igual. O peor. Como las parejas que se da un tiempo muerto a sabiendas de que ya no hay nada que arreglar.

Estamos peor porque, como sabrán, lo que no mejora, empeora. Peor porque no cesan los reproches ni los desencuentros. Peor porque aquí nadie se baja del burro. Peor porque aumenta la tan recurrente desconfianza entre PSOE y Unidas Podemos. Peor porque se

comunican a través de los medios de comunicación. Pablo Iglesias y Pedro Sánchez han intercambiado esta semana un par de mensajes de whatssap. Y ya. Se verán, nos dicen, pero ¿cuándo? No hay cita en el calendario. Podría ser la primera semana de septiembre. Podría. Mientras tanto el reloj corre, los días pasan y la repetición electoral deja de tener forma de fantasma. Es ya más que una sombra. Más que un elefante en la habitación.

En el Gobierno empiezan a pensar, o al menos ya empiezan a verbalizarlo, que es mejor arriesgarse y colocar las urnas antes que tener a miembros de Unidas Podemos sentados en el Consejo de Ministros. Iglesias le advierte a Sánchez que no se emocione con las encuestas “estupendas”, que las carga el diablo. Pero es difícil renunciar a tener más escaños. Eso es lo que podría pasarle al PSOE si convoca las elecciones el 10 de noviembre. Con más escaños y más votos, Pedro Sánchez podría pensar que le sobran argumentos para reclamar al resto de grupos que le dejen gobernar. Quizás entonces el PP acceda a abstenerse. O Cs decida quitarle la cruz a Sánchez y forjar un Gobierno de coalición. Supongo que entonces nadie vetaría a Albert Rivera como Vicepresidente del Gobierno. También es posible que Unidas Podemos se debilite en la repetición electoral y entonces ya no pueda reclamar sillas en Moncloa.

Pues sí, algunos políticos han vuelto pero nada ha cambiado. El retorno ha sido estudiado y poco casual. Casado ha aparecido para apoyar a Isabel Díaz Ayuso en su toma de posesión como Presidenta de la Comunidad de Madrid. Para que conste en acta que ella y su gobierno de coalición con Cs cuentan con su bendición. Iglesias ha vuelto para dejar claro que ellos no se han ido de vacaciones. Ha reaparecido con un documento de 119 páginas bajo el brazo para intentar salvar la investidura. 119 páginas pero en el fondo, la misma postura que en julio. Pedro Sánchez ha reaparecido en Gran Canaria, cinco días después de que se declarara el incendio. Cinco. Con las llamas a punto de extinguirse. Ha agradecido la labor de los bomberos pero ni palabra sobre el otro incendio, el político. Al que todavía no hemos visto es a Albert Rivera. Espero que no haya pasado de una gastroenteritis a una listeriosis.