Las negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos son tan surrealistas como un monólogo de Gila. Al menos Gila nos hacía troncharnos de la risa. Lo de estos días en el Congreso tiene poca gracia y es muy marciano. Tanto como que Pablo Iglesias, en sede parlamentaria, le dice a Pedro Sánchez que quiere verse con él y éste le contesta que no. Sí. Esto ha pasado esta semana, señoras y señores. Es real. Es la política actual. El mismo Sánchez que se queja porque Rivera no le coge el teléfono ni acude a las citas, rechaza una reunión con el hombre que puede mantenerle en el Palacio de la Moncloa.

Hay varias cosas que producen bochorno y generan desasosiego. Primero, que no hayan hablado en todo el verano. Y no ha sido éste un verano cualquiera. ¿En manos de quién estamos? ¿De dos señores que tienen la responsabilidad de formar Gobierno y no se dirigen la palabra durante todo el mes de agosto y parte de septiembre?.

El otro asunto que le puede dejar a usted ojiplático u ojiplática es que cuando uno de ellos propone un cara a cara, una reunión para charlar, para hablar, para negociar, que de eso va la política, el otro le diga que no. Así estamos.

Podría decirles que hasta aquí puedo leer. Pero hay más. Puedo seguir.

Más surrealismo. Que los equipos negociadores se vean durante 9 horas en menos de una semana y no consigan avanzar absolutamente nada. N. A. D. A. Nada. Ningún avance político. 9 horas en las que no han hablado sobre lo que a usted puede cambiarle la vida o, al menos, mejorársela. Los 9 negociadores estuvieron enzarzados durante 9 horas en el dilema por excelencia: gobierno de coalición sí o gobierno de coalición no. De hecho, la última reunión, la de este pasado martes, terminó con esta frase de una negociadora socialista: si no renunciáis a la coalición no nos volvemos a sentar. Podían haber empezado por ahí y nos habríamos ahorrado 8 horas y 59 minutos.

Y claro, después de esto, entenderán ustedes que la pregunta pertinente sea: ¿vamos a una repetición electoral? Y la hemos hecho. La pregunta. En público y en privado. Pero no hemos obtenido respuesta. Tampoco nos contestan ni en el PSOE ni en Unidas Podemos si las negociaciones están rotas. Y no será porque no lo hemos intentado. Ninguna de las partes quiere asumir el portazo. Prefieren mantener un hilo de esperanza.

Por eso del relato, de las culpas, de ver quién asume la responsabilidad de poner las urnas otra vez. Seguimos en esto. Por eso es posible que todavía ustedes no vean ningún titular del tipo: "Elecciones el 10 de noviembre" o "Fin de las negociaciones" o "Ruptura entre PSOE y Unidas Podemos".

Pero lo cierto es que cada gesto y cada palabra nos conduce a eso. Yo no les voy a engañar ni voy a marear la perdiz. Todo huele a que ya está todo el pescado vendido. No ha habido manera, han reconocido las partes, así que las urnas están calentando para salir a jugar.

Hasta que ellos lo confirmen y lo digan con todas las letras, los periodistas seguimos en nuestra labor, seguimos subidos a la rueda del hámster, calibrando todos los escenarios. Para que una posible jugada de último minuto no nos pille con el pie cambiado.

Pero lo cierto es que, tal y como me ha dicho una diputada de Unidas Podemos en uno de los pasillos del Congreso, todo es una farsa. Y una de las negociadoras socialistas es tajante: dejad de dar vueltas a escenarios hipotéticos, si no renuncian a la coalición, no hay nada que hacer, lo que hay es lo más parecido a un paciente clínicamente muerto. Y Unidas Podemos no va a renunciar. Tampoco el PSOE va a aceptar lo que pide Iglesias.

Y termino como empecé. Con Gila. ¿Es el enemigo? Esto… ¿podrían parar ustedes la guerra un momento?.