Y cada año la misma cuenta atrás. Llega septiembre y se da por hecho que se acaban las vacaciones en España para todo el mundo. La actividad vuelve a su ritmo frenético en todos los sectores económicos. Las empresas empiezan a exigir productividad y resultados. Después de un agosto donde el país entra en una especie de barbecho, septiembre llega pisando fuerte y más si justo el 1 de septiembre cae en lunes, como este año.

Pero una parte de la población cuenta los días para la verdadera vuelta a la rutina, cuando los colegios abran sus puertas. Son las madres olvidadas. Podría decir familias, lo sé, pero la falta de corresponsabilidad es una realidad y en la mayoría de los casos, quienes hacen los malabares infinitos, reducen jornadas, cogen permisos sin sueldos o dejan de trabajar son ellas, las madres.

Las mismas que estos días entran en un modo supervivencia, tachando los días para la vuelta al cole, activando los últimos recursos posibles, haciendo red con otras madres, arrastrando culpa por no llegar, pagando campamentos, muchas veces prohibitivos, o tirando del comodín buenasabuelas, que salvan de nuevo la conciliación en este país de gran economía (dicen), pero pobre economía feminista y de cuidados.

Mientras yo alzo la voz y levanto la pancarta de "Colegios abiertos el 1 de septiembre en toda España YA" con actividades deportivas, monitores en un espacio seguro para nuestros hijos e hijas para así poder no tanto conciliar sino trabajar con dignidad y cuidar sin perder la salud mental, la ministra Yolanda Díaz se hace viral en redes sociales con audios de madres a las que despiden al volver del permiso de maternidad, animando a que denuncien estos casos, como único camino para defender nuestros derechos. ¡Como si fuera tan fácil!

Necesitamos permisos retribuidos, necesitamos flexibilidad laboral, necesitamos permisos de nacimiento más largos, necesitamos horarios que nos permitan cuidar, vivir y conciliar. ¿De esto no hablamos, no?

Escribiendo esta columna, me llega la noticia de que 300 centros públicos en Madrid se suman a 'Patios Abiertos'. Una iniciativa pionera para que los alumnos y alumnas puedan usar bibliotecas, patios y pistas deportivas de manera gratuita por las tardes y los días no lectivos. Esta propuesta la gestionan los consistorios de los distintos municipios, muchos de los cuales ya han decidido abrir puertas el mismo 1 de septiembre. Y yo pienso: "se puede, entonces es cuestión de voluntad". Pero no es oro todo lo que reluce.

Te cuento, esta propuesta, pionera en Madrid este año, que lleva tiempo en Cataluña y está consolidada en Europa, debería trasponerse a todas las comunidades, por supuesto, pero con más presupuesto porque de la teoría a la práctica ya se sabe lo que pasa. El resultado es: pocos colegios y pocas plazas. Hablando con colegios de Madrid, hay municipios donde solo se implanta en un único colegio y otras zonas del norte de Madrid donde esta iniciativa se reduce a actividades infantiles SOLO los sábados por la mañana.

Así que del anuncio de la presidenta Ayuso de "apertura de los centros públicos de Madrid las tardes y días no lectivos" a la realidad hay un trecho. Además, la presidenta de la Comunidad de Madrid hablaba en mayo de "ayuda a la conciliación de las familias". Poca ayuda y mucho peligro en llamar a esto conciliación. No se trata de mantener ocupados más tiempo a los niños y niñas. La conciliación pasa por corresponsabilizar a toda la sociedad, por entender que cuidar necesita de tiempo, de horarios flexibles, de un sistema laboral con otra mirada, de políticas públicas con alcance a todas las familias, permisos retribuidos, entre otras medidas que llevamos defendiendo más de una década en la Asociación Yo no renuncio.

Así que colegios abiertos a partir del 1 de septiembre, patios abiertos todo el año, como lugar de convivencia, espacios seguros y apoyo a las familias es un SÍ, pero:

1. Con recursos y alcance para llegar a todos los centros y familias, evitando la brecha social y geográfica.

2. Y teniendo cuidado con generar la falsa sensación de que se está solucionando la conciliación, perpetuando un modelo donde los niños están cada vez más horas en los centros para sostener un modelo laboral inflexible.

El verdadero cambio llegará de cuestionarnos ¿por qué necesitamos que los colegios abran 12 horas al día?, en vez de preguntarnos ¿por qué no podemos trabajar de forma que estemos presentes en la crianza?