Ha llegado agosto, por si alguien aún no lo sabe, en este verano extraño que solo nos hace sentir que es agosto por el calor infernal. La mascarilla, las recomendaciones por el covid-19 y la incertidumbre de la vuelta al cole hacen que sea un agosto de poca desconexión y mucha preocupación.

Recuerdo los meses de confinamiento y las voces en positivo que decían alto y claro: "Esto nos va a hacer una sociedad más justa, empática y poderosa", mientras los eternos negacionistas soltaban lo de "Esto saca lo peor de cada uno/a". En esta dualidad, siempre me intento posicionar en el medio, teniendo claro que hay gente que no sabrá sacar aprendizajes en positivo de lo vivido, pero con la certeza de que no hay mejor camino que proyectar luz para compensar el sufrimiento y el dolor de una crisis como esta.

En momentos de confinamiento y poca cercanía social, las redes nos ayudan a sentirnos acompañadas. El poder de sentirte identificada a través de una pantalla en una foto o un texto de instagram es brutal y ayuda mucho. Pero las redes también son reflejo de esa lucha entre sacar lo mejor y lo peor de nosotras mismas. Y hoy también hablo en femenino plural porque estos días atrás se han hecho virales dos cosas que se contraponen totalmente.

Por un lado han dado la vuelta al mundo las fotos de Pilar Rubio después de dar a luz. Con dos imágenes, una de ella recién parida y divina en la cama y otra a la salida del hospital luciendo taconazo, pulserita al tobillo mediante, de esos que si me llego a poner yo el día que salí del hospital a principios de marzo me tienen que amputar los pies porque yo salí con unas zapatillas de deporte, dos tallas más, de lo hinchada que estaba aún. Pero ojo a mí esto lejos de cabrearme o molestarme, me puede dar envidia (de la buena) porque yo parecía la novia de Chucky después de parir. Pero de ahí a reivindicar que lo suyo no es una maternidad real pues NO. Es su maternidad, real también, como la tuya y como la mía. Pilar Rubio se cuida mucho porque quiere y porque puede.

El problema real de este debate en mi opinión es que no visibilizamos la maternidad real de la mayoría: con pelos de loca, kilos del postparto, ocho años después y ojeras hasta el suelo. La maternidad en instagram es una maternidad a medias, camuflada por filtros que se multiplican, por poses forzadas y por un esfuerzo de ocultar el cansancio real, no vayamos a destapar que no somos superwoman, que la maternidad nos superamos y que hay veces que soñamos con huir lejos.

Esto de criticar otras maternidades, de opinar libremente, porque somos libres, por supuesto, ¡faltaría más! va en contra del reto que se comparte estos días. El reto es, por si alguna mujer más se anima: subir tu foto en blanco y negro, acompañada de un texto en el que muestres el apoyo a otras mujeres, la sororidad entre mujeres. Hasta aquí bien, todo lo que sea visibilizar el amor, la empatía y el apoyo entre nosotras, yo lo aplaudo. Pero no lo hagamos y luego pongamos a caer de un burro a Pilar Rubio por salir estupenda.

¡Coherencia por favor y más empatía! Que si no, no avanzamos. Hace unos días me mencionaban en un hilo de una de estas fotos de la presentandora y me preguntaban: "¿Qué opinas?". Pues poco tengo que opinar yo, más que dar la "enhorabuena" porque parir y estar de postparto es admirable, seas quien seas y vivas la maternidad como la vivas. Si quizás cambiamos la mirada y ponemos el foco en decir cosas buenas y respetar, no habría que hacer retos. Porque la sororidad en esta vida, como todo, se demuestra andando.

Ayer compartí una foto de mi maternidad real, dando el pecho a mi hija por la semana de la lactancia materna. Una foto sin filtros, con ojeras, como la vida misma, pero en la que me veo especialmente serena y bella. Con esa serenidad y belleza real que te da la felicidad de estar donde quieres estar. Y recibí este comentario:

"Desde que has sido madre, algo se ha apagado en ti".

La gente espera que ante esto me calle, no diga nada. Porque si contesto soy "una ofendida" y algo de verdad llevará el comentario para ofenderme, ¿no? Porque si me molesta, no tengo derecho a contestar porque "me expongo y entonces puedo recibir todas las opiniones de las que están al otro lado". Pues no queridas, no. Lo que deberíamos hacer es autocrítica, preocuparnos por ser felices y dar más amor, no hacer juicios gratuitos o comentarios dañinos sin pensar. Menos mal que me sobra autoestima y mi verdad solo la sé yo. A mí estos comentarios no me molestan. Por eso lo comparto. A mí me duele la sociedad que estamos construyendo, en la que vivirán mis hijas y las tuyas.

Más amor hermanas. Creo firmemente en la ley de la abundancia. Si das amor, te esfuerzas en ello, recibirás más amor. Si no, quizás algún día la que te apagues seas tú.

(Por todas mis amigas y madres que tienen que soportar comentarios dañinos día a día en redes sociales. Por todas las que apoyan y aman que son muchas más).

Cambiemos por fin la conversación, como diría mi amiga Cristina Mitre, que de sororidad va sobrada.