Están las personas que ya no quieren hablar de conciliación, pero sí de corresponsabilidad.

Están las personas que piensan que la conciliación es un asunto privado, personal y familiar.

Están las personas que dicen alto y claro: "yo no he sufrido la falta de conciliación" y mientras lo dicen se sienten superiores y se alejan de un problema social que también es de ellas.

Están las personas que piensan que la conciliación es cosa de madres y miran a otro lado.

Están las personas que opinan que la conciliación no existirá nunca y piensan que es una utopía.

Y entonces si no hablas de conciliación, si piensas que es un asunto privado y que a ti no te afecta, no avanzaremos nunca.

Menos mal que están las personas, las mujeres, las madres que seguimos luchando, reivindicando, educando, aunque "malconciliemos" cada día y sepamos que esto no cambiará sin el compromiso de todos y todas.

Para las que seguimos, para las que no renunciamos, para las que cada día somos activistas de esta causa en nuestra casa, en nuestra empresa, en nuestra familia, en nuestro entorno, en el colegio de nuestros hijos e hijas, en la conversación en el autobús o en la panadería y en cada lugar donde nuestra voz se escucha, ¡felicidades por el día de ayer! Porque solo con nuestra acción diaria, con nuestro compromiso, con nuestro avance, podremos conseguirlo.

Para las que piensan que la conciliación es una madeja imposible de solucionar. Para las que piensan que la única salida es denunciar, con el coste emocional y económico que eso supone. Para los que prometen y olvidan. Para los que dicen "esto no es de mi competencia". Para los que nunca contestaron o no nos recibieron. Para los que sueñan con que las mujeres volvamos a casa, de donde nunca tuvimos que salir. Para los que piensan que la igualdad ya está superada y que la conciliación es un asunto personal. Para los que miran a otro lado, mientras las abuelas viven por y para sus nietos y nietas, para que sus hijas no tengan que renunciar como ellas sí lo hicieron. Para los que creen que esto se soluciona con unos permisos o ampliando horarios escolares. Para las que hablan de cuidados, pero no de conciliación, para todos y cada uno de los políticos, para todas y cada una de las políticas de este país, solo una cosa: compromiso y unidad en materia de conciliación, corresponsabilidad e igualdad.

Porque tenemos un país sin reemplazo poblacional. Porque nos quedamos sin futuro. Porque las madres, pobrecitas ellas que tienen que conciliar, están ofreciendo el mayor valor social: los hijos y las hijas. Y ya es hora de que en un día como ayer se reconozca nuestro papel, generador de bienestar y futuro.

Sin conciliación no hay familias. Sin familias no hay futuro.

¡Ya está bien! Porque la falta de medidas de conciliación le sale gratis al Estado, pero lo pagamos las mujeres madres con un coste demasiado alto. El coste de la conciliación NO es gratis, no.