Sacamos a Franco del Valle de los Caídos. Hacía falta. No podíamos tener a un dictador ensalzado en un monumento que nos cuesta casi dos millones de euros al año. Ahora, falta sacarnos de encima el franquismo. Eso lleva más tiempo. Tras cuatro décadas de dictadura, el tufo franquista impregnó resortes del poder y a una parte de la sociedad que aún defiende que el dictador les convenía a ellos y a España.

Hay franquistas que se han opuesto a la exhumación de Franco. A otros sectores sociales les causa indiferencia. A todos conviene recordarles que una democracia no podía tener en el mausoleo del Valle de los Caídos a un golpista que inició una guerra civil, instauró una dictadura, fusiló, encarceló, torturó, exilió y persiguió a una parte de España. Conviene recordárselo a aquellos a los que el franquismo les fue bien o a quienes lo pasan por alto.

Franco no podía permanecer con flores frescas en el Valle, campo de concentración de sus prisioneros y fosa común de sus víctimas. Ahora, falta dar otro sentido a un recinto que el franquismo concibió para ensalzar su “victoriosa cruzada”. Ya en democracia, el monumento nos ha costado hasta 1,8 millones de euros al año, pagados también por los familiares de los masacrados, para reparaciones, funcionamiento diario, mantenimiento y hasta para dar de comer a religiosos como el prior, inquieto por el verdugo.

El cura Cantera, que fue candidato de la Falange; el hijo del golpista Tejero, otro sacerdote analista político que saca pecho por su padre; la fundación franquista, que ensalza al dictador aún en democracia; la familia del caudillo, que se ha repartido la herencia… Son protagonistas ofendidos en estos días, pero no deben olvidar que los restos mortales de Franco se trasladan y vuelven a recibir sepultura, precisamente la que no han conseguido tantos familiares de sus víctimas, que siguen en las cunetas.

Sin rencor, pero por justicia. Sacar a Franco del Valle de los Caídos debería haberse hecho hace tiempo. Rápido y por consenso. Una democracia no podía permanecer con esos honores para el dictador que la precedió. La oposición de una buena parte de la derecha solo se explica por herencia, ignorancia o conveniencia. Quizás conviniera oponerse por disputarse un puñado de votos. Quizás convenía ignorar lo que el dictador causó. Quizás tenían una herencia recibida que respetar, porque hay protagonistas del franquismo en el origen de alguno de estos partidos.

Todos deben saber que exhumar a Franco del Valle es lo que procede. Simplemente por dignidad. Sin electoralismos, aunque sea algo que se ha peleado con justicia y haya llevado su tiempo. Por supuesto que España tiene más prioridades: su empleo, su bienestar, su día a día y su futuro. Sacar al dictador del monumento podía y debía hacerse a la vez que se gestionan todas estas inquietudes. Por higiene democrática, solidaridad con las víctimas y para dar ejemplo a las generaciones actuales y futuras.