España tiene un problema sanitario, el coronavirus, que va camino de los 20.000 muertos confirmados. Conllevará, a su vez, otro grave problema económico. Los ciudadanos no merecen, también, un problema político. La gente está parada en sus casas o cobrando sueldos mileuristas en los hospitales, los supermercados, en las obras o en las carreteras y no tiene por qué soportar las patrañas de dirigentes muy bien pagados que se dedican a crispar y no a trabajar. Los gobiernos, central, autonómicos y municipales, tienen la responsabilidad de la gestión. La oposición debe exigir esas responsabilidades, controlar y proponer alternativas, no alimentar el odio.

Hay una España de miles de muertos, contagiados, de gente con miedo en las residencias de ancianos, en las casas, con necesidades de test, de respiradores, de más personal sanitario, de equipos de protección... Ese es el problema. Mientras, hay quien lo aprovecha para sembrar el pánico y tratar de llegar al poder lanzando continuamente bulos de que esto lo han traído "los socialcomunistas", con la idea de aplicar "la eutanasia" a los viejos, implantar "un sistema totalitario chavista", meternos en "campos de concentración", cargarse la propiedad privada y ponernos "cartillas de racionamiento".

Puede dar risa, pero también hay mucha gente a la que le da miedo. Hay personas que se lo creen. Esta bazofia de discurso la hemos escuchado ya en sede parlamentaria y circula por las redes sin parar. No hay día sin que un familiar, un vecino o un amigo no reciban la correspondiente ración de bulos de la extrema derecha, a la manera de las tácticas extremistas puestas en práctica en otros países con la idea de alcanzar el poder. Y con el poder, el dinero, que es lo que les mueve. Es el mercado, amigo. Para competir, no les duelen prendas en mentir, amenazar y acosar a quien se ponga en medio y consideren un obstáculo en su estrategia. Ellos no tienen escrúpulos. Los demás no debemos tenerles miedo.

El líder de la oposición, Pablo Casado, debe pensar, una vez más, si compite con esta extrema derecha. Más que ponerse la corbata negra o azul, la situación merece ponerse a la altura. Controlar, proponer y exigir responsabilidades al Gobierno, sí. Pelearse por un puñado de votos, no toca. Para eso ya habrá tiempo. No estamos ante ningún "teatro de guiñoles", como dijo Casado. Estamos ante una cruda realidad, que también puede verse en las comunidades donde el PP gobierna: hay que gestionar la saturación de hospitales, la falta de medios y, en definitiva, la curación de enfermos. La enfermedad es el coronavirus, no puede ser la política.

Con el Covid-19 extendiéndose por el mundo, con miles de muertos en varios países y con la sociedad española con miedo, dudas, pero plantándole cara, la extrema derecha dice que "nuestra democracia está en riesgo, pero el causante no es el coronavirus, sino el gobierno socialcomunista". Analicen ustedes si la situación no merece más responsabilidad por parte de todos y tomemos ejemplo de quienes trabajan unidos en los hospitales, que se enfrentan a casos reales, no a fantasmas, ni a prácticas políticas falsarias.