El mundo de los hombres ignorantes es demasiado poderoso. Es un mundo engreído, hinchado, interminable. Es un mundo proclive a humillar gratuitamente, pero por encima de todo, lo indignante es eso: que es un mundo profundamente ignorante, necio, rudo, incapaz. Odiarles como muchos de ellos nos odian consistiría, por lo menos para mí, en una acción absolutamente agotadora y autodestructiva. Pero por otra parte, no deja de cabrearme que, a estas alturas, ese mundo de hombres ignorantes me haya convertido en una cínica, en una mujer desconfiada y muy a menudo enfadada y rabiosa por las injusticias que sufrimos: las sutiles y las nada sutiles. Y así vivimos muchas de nosotras, en la esquizofrenia de ser en un momento dado comedidas, racionales y tragarnos la furia por nuestra propia supervivencia y bienestar emocional, y otras veces increíblemente vehementes y fiscalizadoras con las burradas que oímos en una conversación, lo que nos lleva a ser feroces, firmes, duras e incluso crueles. En ocasiones, duras con nosotras mismas cuando tenemos actitudes sexistas, o laxas con nosotras o con los demás porque no se puede estar en guardia las 24 horas al día. Todo junto. Todo al mismo tiempo. Todo en una sola persona. Siempre empantanadas. Siempre en tensión.

El mundo de la justicia de los hombres nos ha vuelto a humillar, interpretando el código penal, ya de por sí anacrónico, de una manera reaccionaria. Que es abuso, que no es violación. Que la víctima no opuso resistencia al grupo de cinco tíos porque estaba inconsciente.

Otra respuesta negacionista de nuestra dignidad, otra respuesta a esta revolución feminista contemporánea que hace que salgamos a las calles y no aceptemos las injusticias como algo corriente, si no que ya existe una organización, un sentimiento generalizado que se extiende para combatirlas con determinación.

En el caso de 'La Manada', a la tercera fue la vencida. La sentencia del Tribunal Supremo del 21 de junio de este mismo año finalmente decidió aumentar la pena de prisión en seis años, pasando de los nueve hasta los quince años y condenándoles por violación. Muchas y muchos celebramos la tercera sentencia y sentimos que reflejaba los cambios y conquistas sociales que el feminismo está contribuyendo a impulsar. Pero claro, recuerda a la Beavoir: "No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida". En un país con un gobierno eternamente interino, con VOX como tercera fuerza en las encuestas y en el que sigue sin haber una mujer candidata (con posibilidades) a ser presidenta del gobierno, los derechos de las mujeres siguen siendo susceptibles de discusión.

Así que en eso estamos. No es no. Y los miserables aún cuestionándolo. Pero claro, imagínate: a día de hoy, las mujeres no acceden a la justicia en condiciones de igualdad y libres de prejuicios en este tipo de delitos. Siguen existiendo jueces firmando sentencias sin formación en perspectiva de género. Pero seguimos, hoy 4 de noviembre habrá concentraciones de protesta, en Madrid, frente al Ministerio de Justicia a las 19:00. #BastaYaDeJusticiaPatriarcal