El COVID-19 es un virus bastante endeble cuando está fuera del ser vivo al que infecta. Podemos deshacernos de él con prácticamente cualquier producto de limpieza.

Desde el punto de vista microbiológico, los virus son esencialmente partículas formadas por ácidos nucleicos rodeadas de proteínas. Es decir, material genético metido en una cápsula nanométrica. Cada una de esas partículas recibe el nombre de virión y al conjunto lo llamamos virus. La mayoría de viriones son tan pequeños que ni siquiera se ven con microscopio óptico, hay que recurrir a microscopios electrónicos.

Imagen

El debate en la comunidad científica sobre si los virus son seres vivos o no, se mantiene. La realidad es que cuando el virus no está infectando a un ser vivo sencillamente no hace nada.

Es una partícula inerte. Ni se reproduce, ni se alimenta, ni se divide, ni se mueve. No hace nada. Permanece en el lugar al que haya ido a parar hasta que entre en contacto con un huésped y consiga parasitarlo, o hasta que se degrade por cambios de humedad, temperatura o por contacto con algunas sustancias.

Así que un virus en una superficie es una partícula inerte. El problema es que, si se toca esa superficie, el virus puede pasar a la piel. Igual que cuando tocamos una superficie con polvo y nos queda la mano manchada. Si luego nos llevamos la mano a la cara, a las mucosas, ojos, boca… el virus podrá entrar en el cuerpo e infectarlo. Esto también puede suceder cuando alguien nos toca, nos besa, tose o estornuda cerca. Por eso es tan importante mantener las distancias.

Así infecta el coronavirus

Cuando el virus penetra en el cuerpo puede migrar a través del aire, la sangre, la mucosa… y alcanzar diferentes partes del organismo. Cada virus tiene una determinada afinidad por las diferentes células del cuerpo. El COVID-19 tiene especial afinidad por las células del sistema respiratorio.

Imagen: wikipedia

La razón por la que un virus infecta a unas células en concreto y no a otras está en las proteínas de su cápsula. En la imagen que todos tenemos en mente del coronavirus hay unas espículas que se proyectan hacia afuera como si fuesen púas. Esas son las proteínas del virus, las usan como llaves para penetrar en las células.

Las células del cuerpo también cuentan con proteínas en su superficie. Las usan para comunicarse entre sí y reconocerse. Los virus utilizan este sistema para colarse en su interior.

Las proteínas del virus se acoplan a la superficie de la célula, esta las reconoce como afines y deja entrar al virus. Es decir, el virus tiene una serie de llaves que funcionan en las cerraduras de determinadas células. Así empieza la infección.

Imagen: fragmento de wikipedia

Cuando el virión penetra en la célula, la pone a su servicio. La célula empieza a copiar y fabricar el material genético del virus y parte de las piezas necesarias para su cápsula. El virión abandona la célula llevándose consigo parte de la membrana celular, así es cómo el coronavirus replica sus componentes y se hace con una nueva envoltura. Esto puede suceder más o menos rápido. El caso es que, transcurrido cierto tiempo, habrá multitud de células trabajando en la replicación del virus.

Cómo inactivar al virus cuando aún está fuera del cuerpo

Cuando el virus está fuera del cuerpo es una partícula inerte. La forma de destruir el virus en estas condiciones es relativamente simple, y obviamente es muy diferente al complejo mecanismo por el que se inactivaría el virus cuando está dentro del cuerpo y lo ha infectado.

Así que, las formas de inactivar el virus fuera del cuerpo —cuando el virus está sobre superficies o sobre la piel— nada tienen que ver con las formas que se están investigando de inactivar el virus cuando este ya ha entrado en el cuerpo y ha causado una infección. Hay muchos remedios falsos y muy peligrosos que están circulando por las redes basados en beber ciertos mejunjes y hacer gárgaras con mezclas insólitas. Son bulos.

Fuente estudio

Los virus de la especie coronavirus pueden permanecer viables en superficies inanimadas a temperatura ambiente hasta 9 días. A una temperatura de 30°C o más, la duración de la persistencia es más corta. Según los estudios científicos recientemente publicados (todavía pendientes de revisión) la cepa del coronavirus COVID-19 tiene tiempos de prevalencia algo menores que otros coronavirus. El peligro de contagio por tocar fómites —objetos contaminados con virus— depende del material del objeto y del tiempo que el virus lleve ahí. Como vemos en la imagen superior perteneciente a este último estudio relativo al COVID- 19, el virus es viable en el cobre durante al menos 4 horas. Hay que tener en cuenta que muchas monedas son esencialmente de cobre. Sobre cartón el virus es viable al menos 24 horas. En el acero llega a ser viable hasta 2-3 días. Y en el plástico también puede ser viable hasta 2-3 días. Harían falta más estudios para concretar la prevalencia del COVID-19 en otros materiales y ofrecer una mayor precisión. Lo importante de estos datos es tener presente que el virus es viable en muchas superficies durante varios días, de ahí la necesidad de usar productos de limpieza.

Imagen: membrana lipídica

Cuando el virus está fuera del cuerpo se puede analizar desde el punto de vista químico, como una serie de compuestos con una configuración concreta. Cualquier sustancia capaz de destruir esas estructuras químicas o reaccionar con ellas hasta transformarlas en otras diferentes, podría servir para inactivar al virus. Es decir, aunque ese nuevo conjunto de compuestos entrase en nuestro cuerpo, no podría llevar a cabo ninguna actividad propia de un virus.

Por fortuna, el COVID-19 tiene una envoltura vírica formada fundamentalmente por una membrana lipídica que es relativamente fácil de destruir. Las membranas lipídicas son una suerte de grasas. Las sustancias llamadas tensioactivos son capaces de solubilizar las grasas y de romper las interacciones entre los lípidos.

Los tensioactivos son sustancias que rebajan la tensión superficial, haciendo que dos sustancias en principio inmiscibles puedan mezclarse. Esto lo podemos observar si añadimos un tensioactivo (como el lavavajillas) en un vaso con agua y aceite y agitamos. Pasaremos de tener dos fases diferenciadas a una mezcla.

Hay tensioactivos de diferente naturaleza:

Imagen propia

- Tensioactivos aniónicos: Su extremo polar, afín al agua, tiene carga negativa. Son muy buenos detergentes, es decir, limpian muy bien, por lo que se usan sobre todo en productos de limpieza. Suelen contener grupos carboxilato (como los jabones), sulfato, sulfonato, fosfato o fosfonato.

- Tensioactivos catiónicos: Tienen el extremo polar con carga positiva. Son peores detergentes pero su capacidad para interaccionar con las membranas lipídicas los convierte en excelentes desinfectantes. La mayoría son compuestos de amonio cuaternarios.

- Tensioactivos anfóteros: Tienen carga positiva y negativa al mismo tiempo. Mejoran la acción de otros tensioactivos. Las betaínas, sultaínas y las etilenodiaminas son los más comunes.

- Tensioactivos no iónicos: No presentan carga y resultan menos agresivos, por lo que suelen emplearse en productos cosméticos para pieles sensibles. Su parte polar suele ser un grupo alcohol o éter, como el decil glucósido, polietilenglicol o lauril glucósido.

Imagen propia

Cuando el tensioactivo está disuelto en agua (como en un producto de limpieza o gel de ducha) los tensioactivos forman unas estructuras esféricas denominadas micelas que son capaces de encapsular a las grasas. Hacia el interior de la micela tienen afinidad por la grasa, y hacia el exterior tienen afinidad por el agua. Esa es la manera por la cual pueden solubilizar la envoltura grasa y arrastrar el virus con el agua.

Todos los tensioactivos son capaces de solubilizar la envoltura grasa del COVID-19. Esa es la razón por la que cualquier jabón o gel de ducha es eficaz. Incluidos los llamados jabones "sin jabón" o "syndet" que utilizan las personas con pieles sensibles (atopia, dermatitis, psoriasis, en tratamiento oncológico, etc.) también incluyen tensioactivos en su composición eficaces contra el virus.

Existe evidencia de que el coronavirus se inactiva en contacto con una disolución de hipoclorito sódico (lejía) con una concentración al 0,1%, etanol al 62-71% o peróxido de hidrógeno al 0,5%, en solo un minuto. Aunque esto puede sonar muy específico, en realidad son disoluciones de baja concentración y de uso habitual en el entorno sanitario. A pesar de la baja concentración que presentan son capaces de inactivar al coronavirus. Esto son buenas noticias porque la mayoría de los productos de limpieza con lejía tienen concentraciones por encima de estas.

Recientemente se ha publicado una revisión de toda la bibliografía científica relativa a la persistencia de diferentes cepas de coronavirus y a la efectividad de diferentes sustancias para inactivarlo. Se analizaron disoluciones con lejía, peróxido de hidrógeno, etanol, sopropanol, cloruro de benzalconio, y glutarialdehído, entre otros. Todas presentaron una efectividad aceptable, a excepción del digluconato de clorhexidina. La conclusión del estudio es que cabe suponer que estas disoluciones sean igual de efectivas contra la cepa de coronavius COVID-19 que para el resto de coronavius. Por el momento es una conjetura. Esa es la razón por la que la OMS recomienda continuar usando los desinfectantes a base de alcohol o lejía en superficies del entorno sanitario.

Sin embargo, para limpiar superficies a nivel doméstico podemos utilizar prácticamente cualquier producto de limpieza, ya que todos contienen un cierto porcentaje de tensioactivos, además de lejía, alcoholes y oxidantes. No hace falta utilizar lejía de alta concentración. El lavavajillas, el friegasuelos, los productos de limpieza que requieren aclarado son eficaces. Todos los productos de limpieza en cuya etiqueta ponga que contienen tensioactivos serán eficaces contra el coronavirus porque son capaces de solubilizarlo. Afortunadamente, la práctica totalidad de los productos de limpieza son así. Así que no hace falta hacer mezclas extrañas. Las mezclas de productos de limpieza son peligrosas y pueden causar graves accidentes. Lo mejor es usar un único producto siguiendo las instrucciones del fabricante.

Lo mismo ocurre con los tejidos y la ropa. Todos los detergentes con los que lavamos la ropa contienen tensioactivos, por eso no hace falta lavar la ropa en programas especialmente largos o a altas temperaturas. El lavado normal es más que suficiente contra el coronavirus. En cambio, en el entorno sanitario se usan temperaturas de lavado elevadas de forma sistemática para combatir un mayor número de gérmenes, no solo coronavirus.

Para limpiar superficies sensibles u objetos que no es conveniente enjuagar podemos emplear otros sistemas de limpieza. Los alcoholes como el etanol o el isopropanol inactivan al virus a través de un mecanismo diferente al de los tensioactivos. Lo que hacen los alcoholes es desnaturalizar las proteínas de la envoltura vírica, es decir, reorganizan los enlaces químicos entre proteínas transformándolas en compuestos con propiedades diferentes. Por eso se pueden limpiar los teléfonos móviles, tablets y otros dispositivos usando un algodón o gasa impregnado en alcohol sanitario. También se pueden usar las toallitas limpiagafas o limpiapantallas, ya que la mayoría contienen tensioactivos y alcoholes y no dejan residuos.

En el entorno doméstico es tan eficaz contra el coronavirus limpiar una superficie con alcohol o lejía diluida que con cualquier otro producto de limpieza que además contenga tensioactivos. Lo mejor es usar los productos habituales destinados a cada tipo de material o superficie siguiendo las instrucciones del fabricante. De esa manera, además de estar seguros, no dañaremos nuestros enseres usando productos inadecuados.