El PP ha sufrido un descalabro electoral bestial. Esa es para mí la noticia de la jornada electoral. Porque, en este momento, su problema no son solo los números, sino que, por primera vez, y con el subidón de Ciudadanos, hay dudas razonables sobre quién es realmente el líder de la oposición. Pablo Casado optó por la estrategia de competir con VOX. A veces, rozaba el esperpento. Y daba bandazos. Por ejemplo, tan pronto decía que PP y Ciudadanos tenían que ir juntos, como que el partido de Albert Rivera no era de fiar. Y luego, ya al final, ofreció puestos en el Gobierno a VOX. La realidad es que Casado ni siquiera ha podido garantizar el escaño a personas muy relevantes de su entorno. Como para repartir carteras... ¡Ah! Y no ha perdido Aznar, por mucho que sus estrategias coincidan. Ha perdido Casado, que fue el que en último término decidió qué tipo de campaña quería hacer, y también está la resaca de Rajoy. En mi opinión, el éxito de Rivera es incontestable. El de VOX, bueno, creo que las expectativas eran mayores. Eso sí, las sesiones del Congreso se endurecerán mucho en esta legislatura. Están y harán por que se note.

El resultado del PSOE es muy bueno. A pesar de ello, Pedro Sánchez sigue necesitando sumas algo esdrújulas para gobernar por la izquierda. Y, aunque no está en sus planes, también sumaría con Ciudadanos. Esto significa que puede elegir y eso le dará fuerza a la hora de negociar. Sánchez ha ocupado el centro. Se lo dejó Rivera, al virar a la derecha vetando cualquier alianza con los socialistas. Como les ha ido bien a los dos, mi pronóstico es que se mantendrán ahí y evitarán pactar incluso iniciativas puntuales. El aspecto menos positivo para el PSOE, creo, es que de alguna manera va a seguir dependiendo de los independentistas catalanes. Sin embargo, Podemos ha dejado de ser una amenaza electoral real para los socialistas. Lo cierto es que la catástrofe del PP va a servir para que la torta de Podemos pase un poco más desapercibida. Me parece poca la caída de los morados teniendo en cuenta el espectáculo que han dado, entre otros, Iglesias y Errejón, con sus peleas públicas y descarnadas, y las incoherencias internas en las que han incurrido algunos de sus miembros más destacados.

Esto no acaba aquí. Ahora, ponemos rumbo a las municipales y autonómicas del 26 de mayo. Mi impresión es que la proximidad de las urnas ralentizará los pactos, que las negociaciones no serán verdaderamente consistentes hasta junio. Y también que el resultado de las generales tendrá cierto efecto contagio. Quiero decir, por ejemplo, que Rivera ahora pertenece a una opción triunfadora y Casado no. Es muy dura la situación del PP. Ahí puede pasar de todo. La crisis interna va a ser gigantesca y si en el partido vislumbran una alternativa interna esperanzadora, Casado va a sufrir para mantener la disciplina y, en definitiva, su liderazgo. Ya lo decía este domingo un dirigente del PP: si él no se va, tendrá que cambiar todo lo demás.