El prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos ha escrito un libro, titulado 'Optimismo y salud', que parece muy oportuno para los tiempos que nos ha tocado vivir. En él pone el acento en los beneficios de una actitud positiva ante las dificultades y señala los obstáculos con los que tenemos que lidiar: el miedo, la incertidumbre, la ausencia de un horizonte temporal o una información insuficiente sobre las circunstancias que nos perturban.

El libro no está escrito por y para la pandemia, pero lo parece. Tenemos miedo, por ejemplo, a contagiarnos o a perder a un ser querido. También incertidumbre por el futuro. No vislumbramos el final de esta pesadilla (¡estado de alarma hasta mayo!), ni tenemos una idea aproximada de cuándo y cómo recuperaremos nuestra vida tal y como era, si es que eso es posible. Y obviamente, no tenemos una información precisa que nos permita controlar la situación.

En ocasiones, ha sido muy desconcertante escuchar al Presidente del Gobierno ("Hemos vencido al virus") o a Fernando Simón ("Probablemente estamos llegando a la estabilización y quizás, al descenso de la segunda ola"). En ese sentido, creo que el Ministro de Sanidad ha sido más rotundo y realista en sus análisis de la situación. Aurora Bueno, catedrática de Salud Pública de la Universidad de Granada, decía este fin de semana en El País que "los ciudadanos están cansados, han perdido la confianza en las autoridades sanitarias y eso es muy importante". Y añadía: "Estamos pidiendo a la población que sea más responsable que nuestros políticos y eso no funciona". Y sí, creo que esto es fundamental, como también lo es espantar los fantasmas de que el esfuerzo individual no sirve para nada, viendo la evolución de la pandemia. Rojas Marcos considera que no se puede vivir sin esperanza, que es útil pensar que hay mucha gente pasando por lo mismo y que esto no durará para siempre. Reconozco el estupor que sentí al escuchar a Pedro Sánchez hablar de limitaciones hasta mayo, pero luego pensé que quizá es mejor que nos hagamos a la idea de que esto será muy largo, en lugar de fijar horizontes de quince días, como en el confinamiento de marzo. Ser optimista merece la pena, aunque a veces es realmente difícil. En todo caso, el psiquiatra sostiene otras dos cosas en su libro que me parecen interesantes. Subraya que "el sentido del humor es algo muy serio" y que una buena estrategia para preservar el pensamiento positivo es "esperar lo mejor y prepararse para lo peor". Creo que vivimos en una época en la que además de escuchar a nuestros dirigentes y principalmente a los médicos que saben de virus, conviene no perder de vista a los especialistas en nuestra salud mental.