Ha tardado muchos días, pero por fin el presidente del Gobierno ha tenido a bien responder a las preguntas de la prensa sobre el apoyo de Bildu a los Presupuestos Generales del Estado. Su explicación me parece interesante: "En momentos de emergencia económica y social sin precedentes, las únicas siglas que importan al Gobierno son las siglas PGE, porque no podemos seguir con las cuentas de 2018".

Pedro Sánchez podría haber dicho esto hace una semana y probablemente, se habría ahorrado algunas críticas internas y externas. En definitiva, lo que viene a sugerir es que su cambio de criterio con respecto a los acuerdos con la izquierda abertzale responde a que si no tenemos Presupuestos, nos vamos a la porra. Este discurso me parece mucho más razonable que ponerse a negar pactos que su vicepresidente sí admite. Es verdad que Sánchez tiene ahora que hacer algo que puede parecer menor, pero que en el fondo esconde su propia incomodidad: debe ser consecuente y pronunciar la palabra Bildu. Si no, al final se le hará bola, como le pasó a Zapatero con su negativa a decir 'crisis' o a Rajoy con el término 'rescate'.

Si a esto le unes la resistencia del presidente a hablar abiertamente, a preguntas de la prensa, de las diferencias internas en la coalición, lo que transmite es poca sinceridad. Las discrepancias han sido públicas y, por lo tanto, no se pueden negar, ni minimizar. Hay que afrontarlas con naturalidad. En cambio, Sánchez lo que hizo es enmarcarlas dentro de la normalidad y evitar posicionarse en la pelea, nada normal, entre su ministra de Defensa y una secretaria de Estado del partido morado, que se acusaron de falta de humildad. Es chocante, porque Margarita Robles estaba precisamente en esa refriega explicando que el que manda en el Gobierno es el presidente, pero luego él no la ha defendido. Yo que sé.

En todo caso, lo que me parece importante destacar después de la última comparecencia de Sánchez es que, ante las polémicas más evidentes, lo más convincente, en mi opinión, es encararlas abiertamente. Miren, me encantaría que los miembros de mi Gobierno no discutieran en público en esos términos, porque somos coalición, no oposición y sí, recibo con satisfacción los votos de Bildu, que ya era hora de que hicieran política de Estado, que sus mensajes incendiarios son para aplacar a su parroquia, que me parecen más viables las exigencias de unos partidos frente a las que está planteando Ciudadanos y que al final, todo esto va a servir para aprobar algo que espero que beneficie a todos. Gracias por venir y que tengan ustedes buena semana. Y a por la siguiente polémica.