Una monarquía "apolítica" envió un comunicado para explicar los argumentos políticos que sustentan la decisión de Felipe VI de otorgar a Alberto Nuñez Feijóo la responsabilidad de formar gobierno después de que Pedro Sánchez también se hubiera postulado para el encargo. Solo la emisión de ese comunicado con sus argumentaciones es en sí mismo una muestra de intervención en política mucho más allá de las restricciones a las que está sujeta la figura del rey en el artículo 99 de la Carta Magna. La Constitución Española no está constituida a prueba de borboneo como ha demostrado la designación de Alberto Nuñez Feijóo para que acuda a la investidura.

Los números soberanos, y estos no los marca el rey, hablaron esta semana en la sede de la soberanía popular con una mayoría incontestable. El pueblo habló con sus representantes electos en el Congreso de los Diputados y estableció la mayoría numérica que puede otorgar una investidura. La candidata de Pedro Sánchez logró 178 apoyos y la candidata de Alberto Nuñez Feijóo solo 138. Esos números no son debatibles y son la única muestra concreta y comprobable de una mayoría parlamentaria que tenemos para decidir quién tiene los números suficientes para acudir a una investidura. Felipe VI, sin embargo, ha decidido que entre los dos candidatos postulantes haya tomado parte por aquel que ha demostrado en la única votación que hemos tenido hasta el momento que está en minoría. El borboneo es indubitado.

El PSOE no denunciará de manera pública la decisión de Felipe VI porque es el partido monárquico por excelencia y jamás pondrá en cuestión ninguna decisión de la institución. No solo porque han concluido que les conviene políticamente mostrar la soledad de Alberto Nuñez Feijóo y su fracaso, tampoco diría nada de la decisión de Felipe VI aunque fuera en contra de su estrategia. Pero independientemente de su decisión no es de recibo que haya silencio en el resto de formaciones políticas con capacidad para marcar el paso al próximo Gobierno. Si la Casa Real envía un comunicado para explicar las razones políticas de su decisión es preceptivo analizar esas razones y ponerlas frente a los hechos.

La única mayoría ya se ha definido esta semana en un acto tasado en el Congreso y Felipe VI ha actuado en contra de esa decisión soberana. El argumento de que el partido más votado ha sido el que ha recibido el encargo basado en la costumbre es el que se espera de una institución arcaica como la monarquía, pero la costumbre y la tradición funcionan siempre que se cumplen de manera militar y eso no es lo que ha ocurrido siempre, como reconoce la Casa Real en el propio comunicado, ya que en la Legislatura XI el PP de Mariano Rajoy no recibió el encargo de formar Gobierno siendo la formación más votada. Un argumento que, además, va en contra de los preceptos mínimos del parlamentarismo que marca que la mayoría no la tiene el partido más votado sino el que recibe un sumatorio de apoyos suficiente en el Congreso de los Diputados.

No pasará nada y no habrá debate porque la mayoría de la opinión publicada no incidirá en la anomalía democrática que supone que Felipe VI se arrogue una representatividad por encima de las mayorías de la soberanía popular representada en las votaciones para la presidencia del Congreso, pero la decisión de Felipe VI es una muestra incontestable de subrogarse a la estrategia partidista del PP y de Alberto Nuñez Feijóo aun sabiendo que no hay ninguna posibilidad legítima de armar una mayoría parlamentaria por los vetos del resto de formaciones con los que el presidente de los conservadores acudirá a la investidura. La democracia española acepta silente la participación en política de una institución como la monarquía que es únicamente simbólica, pero no es normal, ni aceptable. El silencio es de tal porte que el verbo borbonear, que define la participación en política de los reyes, ni siquiera aparece en el Diccionario de la Real Academia aunque todo el mundo sabe su significado, su existencia y vigencia.