Puede que debido a la propaganda reaccionaria machacona sobre la presencia de un gobierno socialcomunista algunos hayan podido creerlo y sentirse como un kulak del Oblast de Leningrado temiendo por sus propiedades y viendo comisarios de la NKVD en cada esquina helada de la Avenida Nevski. La realidad es más prosaica y el gobierno soviético se queda solo en la propaganda de El Mundo o en las soflamas de Jimenez Losantos. Jose Luis Ábalos bajo los ardores comunistas del personal. El ministro de Fomento al ser preguntado sobre la propuesta del socio minoritario del gobierno sobre la posibilidad de nacionalizar alguna empresa eléctrica, para garantizar precios más justos con los consumidores, respondió de forma tajante que este gobierno nunca nacionalizará ninguna empresa.

Nunca el PSOE ha sido tan rotundo, pero cuando se trata de dejar claro al IBEX y al mercado que con ellos en el poder esta asegurado el mantenimiento del statu quo empresarial al servicio del capitalismo se muestran inflexibles. Ni un atisbo de la ambigüedad con la que se mueve el PSOE cuando se trata de dirimir los espacios de disputa ideológica en su espectro con su socio de gobierno. Claro y contundente, el socio mayoritario del gobierno socialcomunista no se plantea en ningún caso la nacionalización de empresas en sectores estratégicos. Un curioso gobierno soviético el que se pliega al libre mercado con resolución y fiereza.

No es la única causa antagonista al socialismo auténtico al que el PSOE se opone como el mayor de los adversarios. Defender con vehemencia la res monárquica se ha convertido en el pilar principal de la política del PSOE en esta legislatura para subvertir las ansias republicanas de su socio de gobierno. Su negativa a investigar en una comisión de investigación parlamentaria el caso de las tarjetas opacas del rey emérito ha conseguido dejar en evidencia no solo la manida excusa del partido de alma republicana comprometido con la Constitución, sino todos los argumentos que les han llevado al gobierno. Las malas excusas del PSOE para no investigar un posible caso de corrupción pone en entredicho el discurso fundamental que llevó a Pedro Sánchez a despojar a Mariano Rajoy del poder en una moción centrada en la ejemplaridad pública y contra la corrupción.

El hecho cierto es que la sensación que hay en la opinión pública es que el PSOE otorga migajas a Unidas Podemos y cuando los cambios son estructurales o verdaderamente disruptivos pone pie en pared y deja a los morados el derecho al pataleo. Algún tuit, alguna declaración de queja para marcar territorio, pero al final se impone la decisión rigorista del sector más institucional de Ferraz para dejar claro quién manda en el gobierno. La negativa a la subida del SMI, la negativa a investigar al emérito o a nacionalizar empresas de sectores estratégicos. Cuando la cosa se pone seria el PSOE pone la vara de mando encima de la mesa del consejo de Ministros. El gobierno socialcomunista a tiempo parcial decepciona cuando la dialéctica necesaria para afrontar los problemas se pone marxista. En la práctica, este no es más un gobierno socioliberal normal y corriente.