Daniel Gascón no me cae mal. Coincido con él de vez en cuando y tenemos una relación cordial, nada especialmente afectuosa, pero educada en la convivencia respetuosa como no puede ser de otra manera con quien tienes posiciones diferentes. Eso sí, sus opiniones me parecen algo que merece poco interés intelectual, seguramente porque su percepción del mundo y la mía están separadas por cosas fundamentales como la clase social y el privilegio. Esa manera de sentir y estar en el mundo nos hace habitar el espacio de una manera muy diferente. Nuestras opiniones están separadas por la ecología, por el ambiente que habitamos y por la ubicación ante el conflicto. En mi caso jamás lo rehúyo, en el suyo lo teme más que a la toma de los medios de producción.

Eso fue su columna de defensa de Vito Quiles en El País, apelando a la libertad de expresión. Un ejercicio excelso de búsqueda de aprobación de aquellos que ejercen la violencia política con la aspiración de ser aceptado y así jamás ser uno de los que la sufren. Ni siquiera creo que escribiera eso si tuviera información sobre lo que esta gente hace y es. Ni por supuesto lo pensaría, hay mucho de pereza en su manera de posicionarse porque, si hubiera tenido interés por saber cómo ejerce esta bazofia, habría preguntado a alguien que los ha sufrido. Porque les voy a explicar de manera breve todo aquello que hacen estos escuadristas y que Gascón promueve y legitima para que siga produciéndose, amparándose en que él jamás sufrirá ese acoso y persecución. Si se tratara de defensa de la libertad de expresión ha tenido sobradas muestras para defenderla en este país hablando de personajes que no profesan su ideología, por ejemplo con Valtonyc, con Pablo Hasel, con los titiriteros o con quien ha hecho chistes que han sentado mal a la reacción y han acabado en la Audiencia Nacional. Pero ahí nunca levantó la voz. No tenía por qué hacerlo, no escribir sobre algo no es no censurarlo, pero siempre es interesante ver cuándo eliges mostrarte.

Pasemos a lo concreto. Alvise, Quiles y Ndongo han hecho todo esto que relato a continuación. Libertad de expresión, lo llama Daniel Gascón. Estos personajes usan una red de informantes y delatores para que les pasen fotografías de cualquier político o periodista de izquierdas en su vida privada para que ellos luego lo publiquen en sus canales de Telegram o en sus redes sociales y así difundirlo y que sus seguidores nos acosen y amenacen. Estos tipos han publicado fotos de menores, de hijas de ministros, del director de eldiario.es descansando en una zona privada de su hogar, a un ministro en el interior de su casa, han acudido a los domicilios de ministros y cargos públicos a acosar a las familias de estas personas. Siempre han actuado con un micrófono como activistas del partido del que cobraban o en el que militaban, en el caso de Ndongo siendo asesor de Rocío Monasterio en Madrid, en el caso de Quiles y Alvise siendo las caras más visibles de Se Acabó La Fiesta. Es importante dejar claro que no actúan como periodistas, son activistas de un partido político que acosan a periodistas y adversarios políticos usando un móvil y un micrófono. La profesión no la hace la herramienta.

Vito Quiles y Alvise publicaron una fotografía mía en Roma mientras estaba de vacaciones, otra en Buenos Aires tomando un café, y una en una cafetería de Fuenlabrada desayunando con mi madre después de salir de su consulta en oncología. Entiendo que eso es lo que entiende Gascón que hay que proteger. El derecho de esta miseria moral a publicar nuestra vida cotidiana compartiendo tiempo con mi madre enferma de cáncer. Gracias a estos personajes no podemos tener vida privada en la vía pública de cualquier ciudad del mundo. Estos personajes se amparan en que cualquiera puede grabar con un móvil y así decir que está ejerciendo periodismo porque se acerca a alguien a acosarlos con la excusa de preguntar. Ese modus operandi en mi caso ha llegado a que los miembros de Núcleo Nacional, investigados por la Guardia Civil por ser extremadamente violentos, hayan sido avisados por un miembro de Ultras Sur de dónde iba a estar para que estuvieran esperando para intentar amedrentarme usando como excusa un móvil. No descarten que dentro de poco un maltratador apele a su derecho a la libertad de expresión para acercarse a su víctima grabando con un móvil y un micrófono. Desde que Vito Quiles fue a acosarme por la calle mientras paseaba y le lancé el micrófono para que dejara de acosarme he recibido tres intentos de agresión. Uno por parte de un miembro del Frente Atlético filiado por la Brigada de Información de la Policía Nacional por su actividad violenta, otro por un exmiembro de Vox en Móstoles que ahora trabaja en una empresa de desokupación colaborando con Daniel Esteve y otro por un personaje con una esvástica tatuada en la rodilla. Todos ellos utilizaron los vídeos de Vito Quiles para amenazarme hablando de lo que en ellos vieron. Sus vídeos son una diana.

¿Qué derecho a la información hay que proteger con que un político como Vito Quiles publique fotos sin consentimiento de periodistas que tienen una ideología diferente con la simple intención de amedrentar? Llevo tiempo pensando en hacer lo mismo que hace esta gente con ellos y con quienes los defienden en el espacio público. Cuidándome legalmente mucho más de lo que lo hace esta gentuza porque soy consciente de que alguien como yo acabaría pisando trena si hiciese lo mismo que ellos. Pero incluso respetando unos mínimos de decencia moral que esta gente no tiene, estoy convencido de que Daniel Gascón correría a pedir ayuda a todos y cada uno de los espacios que considerara necesarios para exigir respeto a su privacidad, a exigir que pudiera caminar tranquilo por la calle, viajar con su pareja, estar con su familia, sin miedo a que alguien le sacara una foto y la publicara en un canal con miles de seguidores para amenazarle, acosarle y amedrentarle. Estoy seguro que jamás defendería el derecho de esa gente a acosarle como un ejercicio de libre expresión, y como estoy seguro y estoy empezando a cansarme de estos tipos que sientan cátedra desde sus púlpitos privilegiados en los que no sufren un ápice de la violencia política es posible que haya que hacerles vivir en nuestro hábitat para que sientan algo de empatía y aprendan a diferenciar la violencia de la libertad. Al fin y al cabo es lo que defienden.