Los partidos que aprueben una reforma de la malversación calzada a medida para los pies de los condenados que les aseguran su mayoría parlamentaria habrán perdido para siempre la inocencia que les aupó al gobierno mediante una moción de censura en contra de la corrupción. Utilizar la fuerza de una mayoría para favorecerse es amoral, la rebaja de penas por el delito de malversación tiene como objetivo salvar a los líderes del partido que lo propone a cambio de que con sus votos se apruebe un presupuesto. Esto, rebajar las penas de un delito de corrupción para sus líderes a cambio de sus votos, es algo indefendible.

Abandonen toda esperanza de explicar esta decisión como si no la entendiéramos. El problema es que se entiende perfectamente. La decisión es un error capital. De primera magnitud, no sé medir cuál será el coste de la decisión en términos electorales, sé que estará lejos de la catástrofe que prometen los augures de la derecha, pero tampoco creo que sea inocuo. No tiene nada que ver con los indultos o la reforma del delito de sedición, es aún más profundo.

La reforma del delito de malversación es la reafirmación y verificación de un privilegio. ERC usa el voto soberano para salvar de sus delitos a sus líderes. Solo ese hecho bastaría para declararse en conflicto de intereses y negarse a usar el poder otorgado en las urnas para favorecerse a sí mismos. La malversación es el delito al que llamamos corrupción de manera coloquial, un delito que solo puede ser cometido por los gestores públicos, por aquellos que tienen acceso a la llave del cofre del dinero público. El dinero logrado por los impuestos, por el esfuerzo de la mano de obra que es la base de la redistribución, la vacuna contra la desigualdad está basada en la justa distribución del dinero público. Nada puede justificar que se aminore la importancia de la malversación.

A los líderes independentistas no les gusta que se les llame corruptos por haber organizado con dinero público un referéndum ilegal, pero es corrupción, simple y llanamente. Que la respuesta del Estado fuera desaforada para además condenar por sedición de manera injusta no implica que se gastaran dinero público, del que está destinado a la sanidad, la educación o los servicios públicos que garantizan el Estado del bienestar, para realizar un proyecto político de parte que consistía en realizar un acto político privado y parcial. Desviaron dinero público para favorecer su proyecto y eso es corrupción.

La estrategia de pacificación con Cataluña es adecuada y está mostrando éxito. Pero no se puede hacer cherry picking y obviar todo lo que ha pasado entre los indultos, y la reforma del delito de sedición y octubre de 2017. No se puede llegar a la situación de estabilidad territorial del presente en Cataluña explicándola solo con los indultos sin contar lo que implicó unas condenas casi vengativas que dejaron clara al mundo independentista la ferocidad con la que se defendería el Estado. La represión nunca es el camino, pero es indudable que tiene efecto sobre los espíritus más comprometidos. Acabar con la fase de represión con Cataluña es imprescindible, pero no a costa de perder la inocencia y aceptar que el desvío de dinero público es menos robo cuando lo usas para favorecer tu proyecto político en vez de mandarlo a tu cuenta corriente. Todo dinero público desviado es robado. No hay más.