La pasada semana intenté pedir cita con mi doctora de atención primaria y no fue posible porque ya no estaba. Ya no tenía doctora asignada porque una de las últimas resistentes no aguantó más y no soportó la presión. Otra doctora quemada, enferma por el sistema que Ayuso les ha impuesto. Su historia de abnegación profesional la conté el pasado mes de agosto cuando era la única doctora presente para atender las urgencias y las citas de una población cercana a los 30.000 habitantes en verano. Es imposible soportar esa carga de trabajo sin doblegarse por la tensión, la ansiedad y el estrés. Me ha dolido perder a mi doctora, porque era una persona maravillosa y una profesional increíble. Pero eso es lo que busca Ayuso, que nos quedemos sin ellas.

La estrategia de Ayuso para acabar con la atención primaria es asfixiar a sus profesionales, dejar que los centros de salud mueran y que queden como centros asistenciales de caridad y urgencia y que quienes tengan recursos se busquen la vida con atención médica privada. Una sanidad privada que paradójicamente se encuentra cada vez más saturada y está empezando a perder el aura de exclusividad con el que conseguía atraer clientes. Las colas y las listas de espera en los centros privados empiezan a parecerse a la de los públicos, van a matar su gallina de los huevos de oro de tanto exprimirla porque quien paga lo hace para no esperar y no juntarse en la misma sala de espera con gente pobre que se quita de comer para pagar una consulta. Matar los centros de salud de atención primaria no solo tiene consecuencias para la salud de quienes menos tienen, pero su ambición extractiva no les deja verlo.

El centro de salud de Castilla la Nueva en Fuenlabrada da servicio a más de 20.000 personas. Este centro tiene asignados por la dirección asistencial oeste que dirige Blanca Escrivá de Romaní de Gregorio un total de catorce médicos entre el turno de mañana y el de tarde. Ahora, tras la pandemia, solo tiene cinco facultativos entre ambos turnos. En la página web solo quedan nueve, pero el listado no está actualizado, porque cuatro de ellos ya han causado baja. El lunes eran solo cuatro, porque uno de los que quedaban ha caído enfermo. Ya son solo cuatro. En solo tres años ha perdido a diez médicos sin que haya habido una merma en la población a la que atender y sin que la la consejería de Sanidad haya puesto remedio. La respuesta que dan es simple: no hay médicos. La compleja es que están haciendo todo lo posible para que no los haya.

El centro de salud está en un barrio de 15.000 euros de renta media, lo que significa que se encuentra entre el 45% más pobre de España y el 30% más pobre de Madrid. Es un barrio humilde, de clase trabajadora, en una población en la que el PSOE lleva ganando a nivel municipal de manera interrumpida desde el inicio de la democracia. El lugar perfecto para que Ayuso te abandone, de izquierdas y pobre. No es que no haya médicos, es que no hay médicos para gente pobre. Los centros de salud del norte de Madrid no tienen estos problemas de carencia asistencial, entre otras cosas porque los facultativos quemados por esta carencia en los barrios pobres piden irse a los centros de los lugares con renta alta porque al haber más población con seguros médicos privados hay mucha menos presión asistencial. Los médicos tienen menos carga de trabajo, y menos ansiedad, pueden vivir sin sentir tanta angustia y sin que se les vaya la salud mental en cada consulta. Es lo normal, pero quien pierde por esta estrategia deliberada de Ayuso es la gente humilde. La que siempre se ve perjudicada y ve ahora como llega la desigualdad también a la sanidad pública al tener una sanidad de dos velocidades también por el código postal.

Los centros de salud ya buscan subsistir por sí solos, poniendo trabas a quien busca asistencia. Me he quedado sin médico en mi centro de salud. Así que busqué en otro centro de salud más próximo a mi domicilio dejando el que había sido el mío desde niño porque los pocos doctores que quedaban superaban el cupo legal. En la administración me pusieron trabas, intentaron por todos los medios que me fuera del nuevo centro sin médico asignado, empezaron a pedirme documentos que legalmente no necesitaba, a decirme que por mi domicilio no me correspondía el centro de salud por zona, a ponerme trabas burocráticas que sabía que no eran necesarias. Estaba informado, era conocedor de que todas esas peticiones no eran legales y salí de allí con nueva doctora asignada en otro centro de salud, pero fui consciente de que si no llego a saber que todas esas peticiones administrativas que se me exigieron no eran necesarias me hubiera ido de allí sin médico. Porque no quieren más pacientes, porque eso es presión, eso es saturar un nuevo centro de salud con los pacientes que se quedan sin médicos por la muerte de un centro de salud próximo. La degradación del sistema de atención primaria se contagia de un centro al otro, de un barrio pobre al limítrofe. Un virus que se va expandiendo hasta agotar a nuestro personal sanitario dejando el sistema público de salud exhausto, enfermo, hasta que muera. Ayuso está ganando.