España contra los moros, ese es el objetivo de la extrema derecha. Los fascistas buscan rememorar un odio ancestral y provocar que la convivencia normal se vuelva insoportable para, como un en una profecía autocumplida, generar un problema que poder capitalizar política, electoral y económicamente. Vox riega una simiente histórica de islamofobia y sospecha hacia la figura del moro que se configura desde la literatura hasta el acervo cultural y de las tradiciones. No es casualidad que el Moro Mussa sea una figura usada de espantaniños en las fiestas populares de la costa mediterránea.

La derecha tiene fácil espolear el racismo antimoro porque está enraizado en la psique cultural de los españoles. No es algo que se haya inculcado con la llegada de Vox, lo hacen y prende, saben que pueden hacerlo porque es un prejuicio histórico emanado de la historia del pasado milenio. El antisemitismo como base troncal de su ideario no fue algo que instauró el nazismo, simplemente recogió el antisemitismo larvado, sobre todo desde el siglo XIX, y enardeció los estereotipos hasta llevarlos al extremo aprovechando la coyuntura histórica de depauperación a través de una campaña agresiva de propaganda con todos los medios de comunicación, discursivos y gubernamentales con los que el nazismo contaba. Pero no se prende un prejuicio en una sociedad de la nada, simplemente se riega aquel que está latente, dormido, y que tiene componentes históricos que ayudan a desarrollarlo.

La construcción del estereotipo racista del moro es estructural en España. La expulsión de los moriscos y las guerras del Rif son los dos hitos históricos que ayudaron a la caracterización negativa de la población mora. Lo que terminó en Murcia comienza ahora en Murcia. La última expulsión de los moriscos se dio en el año 1613 con los españoles conversos del Valle de Ricote porque se consideraba que eran los que de verdad se habían convertido al cristianismo. Pero no se libraron de ser expulsados y su situación provocó un verdadero debate en la opinión pública hasta el punto que Miguel de Cervantes, en la segunda parte de El Quijote, llamó Ricote a un morisco amigo de Sancho Panza en el que sus características como personaje reflejaban la idea que se tenía de los últimos moriscos expulsados de la península.

Murcia es un laboratorio racista. Lo es porque tiene antecedentes históricos que lo facilitan y porque en la región se aúna una importante población mora y un poder sobrerrepresentado de la extrema derecha. Los ultras anhelan escenificar el modelo de Israel con los palestinos en todos y cada uno de los lugares donde tienen poder y en España han elegido Murcia como paradigma de su modelo para poder exportar al resto del país cambiando a los palestinos por los magrebíes. Nos muestran lo que quieren para España como un fractal territorial de su ideología y por eso tienen como referente el etnoestado sionista de Netanyahu que deja a los árabes infrarrepresentados en lo que respecta a los derechos de ciudadanía que reservan a la población judía.

Es normal que la gente que tiene como referencias de la extrema derecha las que anidan en el pasado más negro de la historia de Europa se extrañen de que los partidos ultras estén hermanados con Israel y sean los más firmes defensores del sionismo, pero eso es porque los marcos del pasado anulan la manera de enfrentarse a los nuevos tiempos. La extrema derecha no odiaba a los judíos, odiaba al otro, a aquel que podría representar como enemigo para poder generar una nación homogénea de pureza étnica a través del supremacismo. La extrema derecha odia al paria de su tiempo, a aquel que puede usar para vencer generando miedo y eso hoy en día es el inmigrante, el árabe, en España el moro, y para eso el mejor ejemplo es Israel ya que tiene la capacidad para llevar al extremo, en un mundo que se pensaba curado frente a las limpiezas étnicas y los genocidios, un proyecto de sociedad donde está tolerado privar de derechos civiles y humanos a la alteridad.

Vox anhela tener el poder de Netanyahu para crear en España una nación donde se puede despojar de los derechos más elementales a todos aquellos que piensan diferente, quiere aplastar la pluralidad, y Murcia es el lugar donde puede llevar a cabo un experimente racista que mueva la ventana de lo aceptable en la opinión pública. Siempre se hace poco a poco, solo piensen que hubo un tiempo, hace poco más de un año, donde Israel gastaba tiempo en decir que cuando una bomba caía en un hospital en Gaza era un cohete perdido de la Yihad Islámica. Ya no disimula. Tiempo al tiempo en Murcia.