Ya no hay que fingir que no tiene lo que tiene. El comunicado de Felipe VI repudiando su figura y su actitud durante estos años lo ha reconocido negro sobre blanco. Un texto que ha evidenciado lo que todo el mundo sabía pero no se reconocía abiertamente por la falta de hechos sólidos que hicieran imposible negar que el tren de vida del emérito no era sostenible con la asignación pública de los Presupuestos Generales del Estado. Esta vez ha sido la propia Casa Real la que ha reconocido que Juan Carlos I tiene ingentes cantidades de fondos que pueden haberse logrado con prácticas que pueden no haber sido legales: "Renunciar a la herencia de Don Juan Carlos que personalmente le pudiera corresponder, así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad". El enriquecimiento inmoral de Juan Carlos I es ya un hecho. Es historia.

La Casa Real ha vuelto a pensar solo en su subsistencia. En medio de la crisis más importante de la historia de nuestro país desde que la monarquía recuperó el trono por gracia de Francisco Franco, han hurtado a los ciudadanos el debate necesario sobre el comportamiento y la figura de Juan Carlos I. Una jugada sucia y rastrera sabiendo que sus conciudadanos están luchando por sus vidas, por sus trabajos, por su estilo de vida. Por la propia existencia como individuos y como colectivo. A Felipe VI le pasará factura haber usado el mayor drama del pueblo desde el final de la dictadura para aprovechar que estemos exhaustos para girar la cabeza a palacio. Pero el español es un pueblo resiliente, y con memoria. E iremos a por sus pasteles. Es cuestión de tiempo. Pero este no es un ruego al rey, sino al emérito.

Le quedan pocos años de vida, Majestad. El pueblo español le ha dado mucho más de lo que usted ha demostrado merecer. Se ha servido de él, y ahora, en el ocaso de su existencia se ha demostrado que se lucró gracias a la posición que se le otorgó de divina gratia. Está a tiempo de paliar en parte todo el daño causado, de hacernos ver que aquel vídeo pidiendo perdón afectado tras irse a cazar leones en uno de los momentos más críticos de nuestra democracia, con millones de españoles sufriendo en plena crisis, no fue solo una excusa para seguir enriqueciéndose. Devuelva los cientos de millones que ha amasado estos años, entrégueselos a la exhausta sanidad pública, necesitamos médicos, enfermeros, mascarillas, respiradores, batas y guantes. Sea útil y solidario al menos en el ocaso de su días. Nadie se lo agradecerá, es simplemente su deber. Ese que no ha cumplido desde que llegó al trono.

"Es comidilla de la corte su deslealtad a su esposa"

Todo lo que tiene, Majestad, proviene del dedo de un dictador, de un pueblo muy generoso con su proceder y de un silencio cómplice de las élites que le acompañaron en su enriquecimiento inmoral. Su vida no hubiera sido tan plena, cómoda y boyante sin haber parasitado a una ciudadanía que en un momento creyó en usted, gracias a un relato intoxicado, cierto, pero creyó en usted. Aquel tiempo ya pasó, es comidilla de la corte su deslealtad a su esposa - porque es indecente portarse así con quien se comparte vida-, el haber tomado España como un burdel de cuarta y utilizar los recursos ganados como comisionistas para sellar el silencio de amigas y vedettes como si de un sello regio con lacre se tratara. Ya basta, Majestad. Revierta en parte tanto daño.

El ruego no tiene que ver con mi condición republicana. Monarquía o república es solo un modo de gestionarnos políticamente y eso ahora mismo es irrelevante, se trata de la vida de nuestros compatriotas, de nuestras familias. Piense en alguien que no sea usted por una vez. Devuelva el dinero, Majestad, y después, haga como su abuelo y honre por una una vez la memoria de los Borbones dejando España por Cartagena.