Ya sabemos los términos exactos de la colaboración pública-privada a la que se refería Isabel Díaz Ayuso. Ella publicaba tuits promocionales y hacía políticas en defensa de la empresa privada y los empresarios publicitados ya devolverían el favor. El primero conocido es el del lujoso alojamiento en el que la neolideresa pasa el confinamiento. Una suite frente al templo de Debod en el Plaza España Skyline BeMate del empresario Kike Sarasola. Según Vanity Fair, el alojamiento tiene: "Dos terrazas totalmente amuebladas con unas vistas excepcionales al Palacio Real, la Casa de Campo y al Parque del Oeste. La suite de unos 88 metros cuadrados dispone de un dormitorio con baño propio y vestidor y de un amplio salón comedor con la cocina integrada".

La Comunidad de Madrid ha asegurado que el apartamento "no ha generado ningún coste" para las arcas públicas. Estoy seguro, lo que es probable también es que el lujoso aparthotel tampoco ha generado ningún coste para las arcas personales de Isabel Díaz Ayuso. Y de eso se trata, de que le salga gratis. De recibir un favor por parte de un empresario con intereses importantes en la Comunidad de Madrid al que incluye entre sus tuits promocionales. Kike Sarasola, dueño del apartamento, se ha negado a responder si se trata de un regalo. Es fácil demostrarlo. Que Isabel Díaz Ayuso presente el pago.

La presidenta de la Comunidad se convirtió en mujer anuncio cuando identificó con acierto que la opinión pública estaba virando peligrosamente, para ella, en favor del sector público. Sabíamos que esa posición tenía un trasfondo ideológico, aunque con los precedentes del PP en la Comunidad de Madrid podíamos intuir que no se iba a quedar ahí. Ahora sabemos que también hay uno más concreto y crematístico. Para ser precisos, 12.000 euros, que son los 200 euros diarios durante dos meses que cuesta la habitación en la que se aloja la presidenta.

El privilegio. Ese es también un factor importante en plena pandemia. El que ha disfrutado y aún disfruta la presidenta no es de poca importancia, por el lujo, pero sobre todo por la certidumbre y la tranquilidad, que son privilegios de clase. Quienes se han contagiado del Covid-19 no han tenido la suerte de poder pasar cómodamente la cuarentena lejos de sus familiares para no contagiarlos, no se han podido librar del miedo añadido a su propia enfermedad que es poder enfermar a los suyos. Los pocos que han sido alojados en hoteles y despojados de ese miedo añadido no han estado en suites de lujo.

Do ut des es la locución latina que significa "doy para que des". Puede que haya ingenuos que crean que Kike Sarasola facilita un favor tan oneroso a Isabel Díaz Ayuso de forma altruista y no en honor a la definición etimológica de que la esperanza de reciprocidad es el móvil interesado de una acción. Por ahora Ayuso está cumpliendo su parte defendiendo con fiereza y poca locuacidad pasar a la Fase 1 y favorecer los intereses empresariales por encima de las recomendaciones sanitarias. Do ut des.