Apareció como las mujeres que se sientan en el banquillo y están acusadas de haber cometido crímenes horribles. Vestida de blanco, un color que destila poder. Pero con la camisa de luto, el rostro desencajado, el labio tibio, el pelo con un recogido de esos que una se hace cuando se levanta. Ni rastro de la presidenta que hace unos días se enfundó un mono color rojo Ferrari para posar en el circuito del Jarama.

Porque este jueves su papel era otro. Soy la viuda negra y estoy aquí para defenderme de los ataques de mi partido un 17 de febrero, festividad de San Teodoro. La vida puede ser maravillosa.

Soy una más, soy vuestra presidenta next door. ¿No me veis? Me quieren mal, y no he hecho nada. Soy la víctima de un sistema perpetrado en Murcia. Vienen a por mí porque soy lista y porque exijo lo mío, y porque soy mujer. ¿Os acordáis cuando decía que las mujeres no somos víctimas, que no nos gusta que nos colectivicen? Pues ahora os olvidáis de todo esto. Soy Isabel Natividad, mater Dolorosa. Leal como la que más. "La familia es lo más importante que tenemos". ¿Qué más puedo hacer para que me creáis?

Ha decidido morir matando. Ha acusado a su partido de crueldad, de insensatez, y a Pablo Casado de cobarde, por no salir a desmentir ni una sola de las acusaciones. A ella, que solo sabe ser desleal y madrileña. Esa que se desvive por la familia. La de la sangre y la del partido. Habló y se marchó porque no admitió preguntas. Bastante ha hecho ya.

Si le preguntan, dirá que todo responde a un caso más de colaboración público privada, que su hermano y su amigo de pandilla de verano son dos emprendedores, otra de esas figuras castigadas por el socialcomunismo bolivariano. Y siempre queda echarle la culpa a Sánchez, que nos tenía sin material sanitario en lo peor de la primera ola. Qué lejos queda ya el protocolo de las residencias.

No quiere reconocer que en su cabeza piensa en el presidente del Gobierno. Ese que se marchó apestado de su partido y volvió. Ganó y mató a los que antes se reían de él. Quién no ha soñado con algo similar. Volver a ese lugar en el que fuiste tan infeliz y despedirlos a todos.

Hora y media después de la virgen de los Dolores salió García Egea haciendo del ecce homo de Borja. Más flaco que nunca, mejor peinado de lo que acostumbra. Otro miura. Herido pero no hundido. Con un cabreo supino. A decir que van a castigar a la oveja descarriada. Que se les acabó la paciencia. Un expediente informativo y ya veremos.

La memoria es frágil. Y el presente más. A ver qué comisionista se lleva semejante dineral. Tomás Díaz Ayuso haciéndose un Corinna Larsen sin que nadie se lleve las manos a la cabeza. Varias personas sin otra cosa mejor que hacer presentándose en Génova 13 a echarse unas risas de juernes. Mariachis, una corona de flores dando por muerto a Casado. Moreno Bonilla y Núñez Feijoo intercambiándose por guasap todos los emojis que indiquen sonrojo.

Mientras, el partido que quiere volver al Palacio de La Moncloa y a la bancada azul acusado de perpetrar una conspiración digna de Anacleto Agente Secreto. Al que pensó en Ángel Carromero haciendo de Ethan Hunt (Tom Cruise) en Misión imposible habría que quitarle el pasaporte. Qué cutre. Qué chusco. Qué pobreza de guion. Con cameo de Alberto Ruiz Gallardón. ¿Se acuerdan cuando decían que era el ala moderna del PP? Qué risas.

Mientras, el audio de un detective llamado Julio Gutiez al que la que escribe entrevistó varias veces. Un tipo simpático que enseñaba a la primera de cambio una foto suya con David Beckham. Un tipo de bar de bravas y suelo de cabeza de gambas que se encargaba de desmentirte en la primera respuesta la imagen del señor con gabardina, sombrero, deportivo y rubia despampanante al lado. La última vez que nos vimos fue en un hotel de la madrileña plaza de Cuzco para hablar de espionaje entre empresas. En el estado de guasap, una palabra: “Escapando”.