En lo más alto de la montaña, de repente, sientes un mareo. Puede empezar como un ligero dolor de cabeza que puede derivar en falta de apetito, náuseas, dificultad para respirar e incluso un incremento de la frecuencia cardiaca. ¿Qué te puede estar ocurriendo? Puede parecer cansancio pero finalmente te diagnostican: sufres de mal de altura. Es lo que le ha ocurrido al presentador de 'Sálvame', Jorge Javier Vázquez, en su reciente viaje a Perú: "Empecé a encontrarme fatal, y la segunda noche me costaba la vida caminar", explicó en el programa, después de haber informado de su 'crisis' a través de las redes sociales.
Jorge Javier Vázquez acabó ingresado: "Estaba desestabilizado y con mal de altura". No solo eso, sino que en su cuerpo se desarrolló un edema pulmonar, que es la situación a la que se llega cuando hay un exceso de líquido en los pulmones. Aunque la mayor parte de las personas que sufren mal de altura mejoran al bajar a una altitud menor, lo cierto es que en una situación grave, el paciente puede desarrollar problemas mayores que provoquen incluso la muerte. ¿Pero qué es exactamente el mal de altura? Es como se conoce a una serie de síntomas que se desarrollan cuando una persona se encuentra a una gran altura: la causa principal del mal de altura es la hipoxia, la falta de oxígeno en el cuerpo humano.
De la hipoxiase ha hablado mucho recientemente, desde que se instaló en la 'normalidad' el uso de mascarillas a causa de la pandemia: había quien aseguraba que el uso de estos cubrebocas podría provocar hipoxia, aunque lo cierto es que su utilización no provoca este efecto. Se puede sufrir hipoxia, por ejemplo, como consecuencia de una grave afección pulmonar, pero no por llevar mascarilla durante demasiado tiempo.
¿A qué altura se puede desarrollar mal de altura?
Si bien es una enfermedad común entre alpinistas, excursionistas o esquiadores, ninguna persona está exenta de desarrollar sus síntomas. Según datos del Hospital Clínic de Barcelona, hasta el 25% de viajeros que duermen a más de 2.500 metros de altura pueden verse afectados, así como hasta el 70% de los que ascienden a más de 4.500 metros. Entre ellos, se estima que un 1% puede presentar un cuadro grave, en forma de edema pulmonar o cerebral. El riesgo de sufrir mal de altura crece según lo hace la altitud, independientemente del sexo o la condición física, aunque las personas con problemas cardiacos o pulmonares pueden ser más susceptibles.
La altitud a la que se estima que es probable que empiecen a aparecer los síntomas es de 2.500 metros, más o menos la altura a la que se encuentra, sobre el nivel del mar, la ciudadela inca de Machu Picchu, en Perú. No obstante, pueden empezar a notarse algunos síntomas sin necesidad de subir a la montaña, en puntos que estén a mucha altitud, como es el caso de Ciudad de México, que se encuentra a unos 2.240 metros sobre el nivel del mar.
¿Qué le pasa al cuerpo en esta situación? La falta de oxígeno —a más altitud, menos presión atmosférica y menos presión de oxígeno y nitrógeno— hace que los alvéolos de los pulmones no sean capaces de transportar la cantidad necesaria de oxígeno al torrente sanguíneo.
Síntomas frecuentes del mal de altura
- Dolor de cabeza
- Mareos
- Náuseas o vómitos
- Pérdida de apetito
- Insomnio o incapacidad para dormir
- Cansancio y debilidad
En los casos más graves se puede dar cierto nivel de confusión mental, poca coordinación e incluso alteración de la consciencia. Asimismo, se puede percibir dificultad a la hora de respirar y, en la peor de las circunstancias, incluso se puede esputar sangre. Si se presentan estos síntomas, lo primero que se debe hacer es reducir la altitud y acudir a un médico; será en el centro sanitario donde se le practiquen las pruebas necesarias para el diagnóstico. En este caso, es probable que realicen un análisis de sangre, una tomografía cerebral, una radiografía de tórax o un electrocardiograma. Si bien no existen pruebas diagnósticas concretas para el mal de altura, se hacen otras pruebas para la confirmación de posibles efectos relacionados con esta afección.
La hoja de coca como remedio
Es habitual que, en determinados lugares, se recomienda siempre llevar hoja de coca cuando se viaja a zonas muy altas. Es bastante común en puntos de Colombia, Argentina, Perú o México. Desde el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo de Perú sostienen, en base a datos del Transnational Institute, que la hoja de coca "reúne un sinnúmero de nutrientes minerales, aceites esenciales y componentes farmacológicos" y que masticarla "sirve como un estimulante ligero para combatir algunos males cotidianos como el hambre, sed, cansancio, el dolor muscular —de algunas partes del cuerpo— o combatir el mal de altura". No obstante, como ocurre con otros productos como los considerados homeopáticos, no hay evidencias científicas que sostengan esta teoría.
Mientras en el sector turístico se recomienda su consumo, masticar hoja de coca no es una práctica aprobada por la comunidad científica. Según un estudio publicado por el investigador en Medicina, Psiquiatría y Neuropsicología peruano Joel Salinas-Piélago, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, no solo "las evidencias [científicas] no soportan esta medida" sino que, además, "podría incrementar los síntomas del cuadro clínico que se intenta controlar". Es por ello que sugiere "la conveniencia de no incentivar su uso".
El tratamiento para el mal de altura, también llamado soroche o mal agudo de montaña, suele empezar por la reducción de la altitud, aunque en muchos casos se suele administrar oxígeno extra. También existe una serie de medicamentos farmacológicos (acetazolamida o dexametasona) que pueden ayudar a mejorar la respiración.
En el caso de que haya exceso de líquido en los pulmones —como ha sido, recientemente, el caso de Jorge Javier Vázquez—, puede llegar a ser necesario utilizar una cámara hiperbárica que simule condiciones a una altitud más baja sin necesidad de desplazarse. La mayor parte de los casos son leves, con síntomas temporales que mejoran según se desciende en altura y se sigue el tratamiento médico.
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