El pueblo entero reunido en la plaza, ni idea de a quién van a quemar. Pero cuando aparece, se la reconoce: piel negra, camiseta, zapatillas y mochila. En cuánto ven al muñeco de Ana Julia Quezada se abre la caja de los truenos.

Gritos pidiendo la pena de muerte delante de menores y en cada ráfaga de los escopeteros, exclamaciones de júbilo. Para Movimiento contra la Intolerancia la escena constituye un delito de incitación al odio.

Sin embargo, el pueblo cierra filas y alega que se trata de una tradición con más de 100 años sin ningún ánimo racista.

Cada Semana santa queman al más impopular del año. Escogen los padres de los niños de 4º de la ESO del colegio local y no se censuran precisamente.

Han quemado a Carcaño, el asesino de Marta del Castillo, a Rato, a Bárbara Rey por contar secretos reales de alcoba y hasta a Sabrina por pasarse con el destape.