Si el bioetanol se fabrica a partir del cereal, podría reducirse siempre y cuando su cultivo intensivo cause deforestación o fluctuación en los precios de los alimentos. La Unión Europea impulsa los bioetanoles de segunda generación, es decir, los producidos a partir de biomasa no alimentaria.

España ya está en esta carrera bien posicionada. Un estudio de la Universidad de Jaén aprovecha la poda del olivar, las hojas y las ramas pequeñas que se separan al hacer aceite de oliva y lo convierte todo en etanol. Se estima que en el país hay tres millones de toneladas al año de este residuo agrícola.