Alejandro Fernández y su novia se aferran a que el indulto llegue en el último momento y que los abrazos que se dan no sean los últimos en libertad. Se le acusa de pertenencia a banda organizada y estafa por hacer una compra de 79,20 euros con una tarjeta falsa que iba a su nombre.

"Intento olvidarlo, cada vez que cierras los ojos tienes la imagen de cuando me dieron por primera vez la tarjeta. Me dijo, por así decirlo, 'el desgraciado' que era una tarjeta recargable monedero", explica angustiado Alejandro.

El amigo que hizo la tarjeta está en búsqueda y captura y a él le piden cinco años de cárcel. "Una impotencia muy grande porque esto es de sinvergüenzas. Este país está hecho para los ricos, parece ser. Porque los pobres somos, como bien dijo el director de la cárcel, en la cárcel es para robar allí no para los que roban millones de euros y se los llevan a otros sitios, esos sí son las verdaderas bandas organizadas", dice Alejandro.

"Aquí se ha aplicado la ley, pero no la justicia. Que yo no niego, si lo tiene que pagar que lo pague de alguna manera, con trabajos sociales, con tercer grado, que vaya a dormir, con una pulsera… me da igual", pide con desesperación su novia, Eva Galindo.

La vida de Alejandro cambió desde aquel día. Ahora cuenta con un trabajo fijo y una familia a la que mantener. "Cuando llegue ese día ni comemos, ni dormimos, nada de nada. Es un sinvivir", asegura su padre, Juan Eugenio Fernández.

Su abogado asegura que no ha recibido la notificación de la denegación de indulto que pidieron hace ya un año. Además, han formulado un recurso para evitar su entrada en prisión el próximo martes.