Los vecinos de Novillas, en Zaragoza, miran con preocupación a un Ebro crecido. Y es que no sería la primera vez que se produce un desbordamiento, y por eso la UME pasó toda la mañana preparando motas en las calles más cercanas al río. "Si la mota resiste, todos contentos; pero si alguna no resiste, habrá peligro de desalojo de algunas casas", explica el alcalde de la localidad.

En Castejón, en Navarra, algunas barreras no han aguantado la fuerza del río, y ya hay casas aisladas, fincas anegadas y carreteras cortadas que han impedido que algunos vayan a trabajar.

Y en Tudela, noche complicada para pegar ojo cuando el agua comenzaba a entrar poco a poco en el casco viejo. Hay sótanos y aparcamientos ya afectados, mientras que otros se libran de momento ya trabajan a contrarreloj.

Una incertidumbre por una crecida que mantiene en vilo también a los vecinos de Boquiñeni, en Zaragoza. El ayuntamiento tendrá que decidir si evacua el pueblo.