La gente se echó a la calle pidiendo un rechazo contundente tras los incidentes de Charlottesville, pero Donald Trump volvió a optar por la vía de la discordia. "Condenamos del modo más firme esta muestra atroz de odio, fanatismo y violencia de muchos bandos", se ha limitado a decir el presidente de EEUU.

Esta tibieza en la condena ha obligado a su segundo al mando a sacar de nuevo la cara por él. "El presidente Trump condenó de forma clara y sin ambigüedad alguna la violencia y el odio", ha asegurado Mike Pence, vicepresidente de Estados Unidos.

También la propia Casa Blanca, a través de un portavoz, ha tenido que matizar las palabras de Trump. Su condena, han dicho, sí incluía a todos los grupos extremistas. Las que se han entendido perfectamente y no han necesitado aclaración han sido las del propio Pence.

"No vamos a tolerar el odio y la violencia de los supremacistas blancos, de los grupos neonazis ni del Ku Klux Klan", ha criticado Pence. O las de Obama, que citó a Mandela en Twitter para criticar lo sucedido. Hillary Clinton también echó mano de la red social para lanzarle una crítica velada a su rival.

Dentro de su partido, la tibieza de Trump tampoco ha sentando nada bien. El senador de Florida, Marco Rubio, es uno de los que cree que debió referirse al ataque como un acto de terrorismo. Y hasta el polémico exjefe de prensa de Trump, Anthony Scaramucci, coincide con ellos.

"Debió ser mucho más duro respecto a los supremacistas blancos y a su naturaleza. Realmente es terrorismo", ha considerado el exdirector de Comunicación de la Casa Blanca. Trump ya ha empezado a tuitear pero, de momento, ni rastro de alguna referencia a lo sucedido en Virgina.