LA RIOJA
Monasterio de San Millán de Suso: su origen y su curiosa vinculación con el ámbito lingüístico
Viajamos hasta la villa riojana de San Millán de la Cogolla para conocer la historia que esconde el imponente Monasterio de San Millán de Suso.

Publicidad
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a La Rioja, una comunidad autónoma que está repleta de construcciones y monumentos verdaderamente impresionantes. Un claro ejemplo lo encontramos en el Monasterio de San Millán de Suso, ubicado en la villa de San Millán de la Cogolla. Debemos tener en cuenta que forma parte de un conjunto formado por dos monasterios, ya que con posterioridad se erigió el Monasterio de San Millán de Yuso. Ambos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1997.
Monasterio de San Millán de Suso (La Rioja), a través de su historia
Para conocer su origen, debemos trasladarnos a la época en la que los visigodos llegaron a la Península. A este lugar se retiró el anacoreta Amemilianus (Millán). Llega como ermitaño y se cobija en una pequeña celda en la que muere con 101 años. Su cuerpo fue enterrado en una tumba excavada en la roca. Su sorprendente vida fue escrita en latín por Braulio, obispo de Zaragoza, en el año 635. Con posterioridad, fue Gonzalo de Berceo quien tradujo esta biografía a versos en lengua vulgar o romance.
Pero, ¿qué relación tiene este ermitaño con el Monasterio? Muy sencillo. Se construyó alrededor de esa celda rupestre en la que permaneció hasta su muerte. Durante el siglo V y principios del siglo VI se excavaron unas cuevas con las que se intentó aprovechar, lo máximo posible, las oquedades del terreno. Esto hizo posible que las habitaciones quedasen distribuidas en dos niveles, y otros dos a oratorio. Es ahí donde, actualmente, se encuentran tanto el osario como el cenotafio de San Millán.

Debemos tener en cuenta que la construcción de este Monasterio se divide en varias etapas perfectamente diferenciadas. La primera de ellas se desarrolla entre los siglos VI y VII, cuando la vida eremítica queda atrás para dar paso a la cenobítica, por lo que se tiene que construir un edificio para reunirse. Esa es la primera construcción como tal, ya que se erigieron dos compartimentos abovedados que están situados a la derecha de la entrada del monasterio. En la actualidad, se conservan varios muros y arcos visigodos.
La segunda etapa nos hace viajar a la primera mitad del siglo X, cuando se erige el monasterio mozárabe partiendo del cenobio visigodo. En esta ocasión, fue consagrado por García Sánchez I de Pamplona, primer monarca instalado en Nájera, en el año 954. De esta época datan la nave principal de la iglesia, construida con arcos de herradura y bóvedas de estilo califal, así como la galería de entrada. Con posterioridad, concretamente en 1002, Almanzor tomó la decisión de incendiar este Monasterio, por lo que la decoración pictórica, así como los estucos mozárabes, desaparecieron por completo.
Respecto a la última de las etapas, debemos hacer hincapié en el año 1030, cuando Sancho III el Mayor de Pamplona, debido a la santificación de San Millán, decide restaurar y ampliar este monasterio. Así pues, prolongó las naves hacia los pies, a través de bóvedas de cañón y dos arcos más de medio punto. Como consecuencia de la inclinación del terreno, se cambia la situación del altar. Por último, entre los siglos XI y XII, se llevan a cabo otras tantas ampliaciones con muros y arcos de medio punto ante las cuevas originales del eremitorio.

¿Por qué el Monasterio de San Millán de Suso es una auténtica joya?
Si hay algo que llama poderosamente la atención de este Monasterio es su historia, pero también su belleza a nivel arquitectónico ya que convergen a la perfección los estilos mozárabe y románico. Además, cabe destacar que ha sobrevivido a la invasión islámica y a lo largo de su historia ha recibido numerosas donaciones, sobre todo de los Reyes de Navarra.
Lejos de que todo quede ahí, el Monasterio cuenta con una gran importancia lingüística y literaria, ya que en ese mismo lugar, un monje escribió las Glosas Emilianenses, es decir, los primeros textos escritos no solamente en romance ibérico sino también en euskera. Es un hecho que esta construcción desprende una gran influencia cultural y religiosa no solamente en La Rioja, sino también en Navarra.
Publicidad