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Yangón, oro y espiritualidad en un ambiente urbano

Yangón, oro y espiritualidad en un ambiente urbano

El microcosmos de la antigua capital birmana

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Myanmar, antigua Birmania, es uno de los países más fascinantes de Asia, supone echar un vistazo a un país estancado en el pasado a nivel social, político y económico pero que está empezando a moverse, a incorporarse poco a poco al siglo XXI. Su biodiversidad es de las más ricas de la región, junglas y bosques cubren casi la mitad del territorio, un hábitat estupendo para la fauna salvaje: leopardos, zorros, antílopes… y en especial los tigres. Pueblos y culturas prácticamente vírgenes como sus desconocidas playas, paisajes de insólita belleza, ciudades que hablan del esplendor de su historia y su pasado colonial, la espiritualidad budista asociada con el quehacer cotidiano y la amabilidad de sus gentes. Todavía es un país por descubrir pero que se esta abriendo paso como un interesante destino turístico, con una red de alojamientos cada vez más cuidados. Yangón, o Rangún como la llamarón los ingleses y la llamábamos nosotros cuando estudiábamos en el colegio, la antigua capital birmana, es una buena forma de comenzar nuestra andadura en este país. No hay demasiados monumentos que visitar pero lo que más llama la atención es el ambiente que se palpa por cada rincón. Con un centro bullicioso y animado, como ocurre en muchas ciudades de Asia, también tiene rincones tranquilos con agradables zonas verdes. Un recorrido que nos llevará por sus avenidas o alrededor de los dos lagos a través de majestuosos edificios con gran variedad de estilos, muchos de ellos una combinación del arte europeo y el tropical, con sus grandes mansiones de madera de teca. Su arquitectura colonial, una de las mejores conservadas del sudeste asiático, queda patente en edificios como el del Ayuntamiento, el Tribunal Superior u hoteles, como el famoso Strand, en el que si no se está alojado merece la pena tomar una copa o un café. Junto a los edificios civiles, encontramos una variada arquitectura religiosa fruto de su diversidad histórica: pagodas budistas, iglesias, mezquitas, templos hindúes y chinos. Aunque sin lugar a dudas, la auténtica joya de la ciudad es la Pagoda Shwedagon, oro y espiritualidad unidos, dominando toda la ciudad desde la colina que ocupa. Una ciudad en la que se puede disfrutar de agradables paseos por el lago Kandawgyi y observar el reflejo de Swedagon en sus tranquilas aguas, excursiones a través del rio, compras en sus mercados al aire libre o darnos una vuelta por su animado ambiente nocturno en terrazas como Vista Bar o bares como 50th Street.

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