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América Sur

Rutas de Trekking para aventureros en Bolivia

Perderse en la inmensidad

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El Camino hacia la Comunidad Huajlita. La Comunidad Huajlita es un poblado en el Departamento de Chuquisaca en Bolivia, a una altitud de 2,683 metros sobre el nivel del mar. Este camino es perfecto para conocer a una de las comunidades bolivianas que habitan las cumbres de los Andes, en paisajes escarpados y agrestres. Encontraremos increíbles espacios perdidos en la inmensidad de las montañas, y nos podremos hacer una idea, aunque sea ligera, de lo que muchas personas tienen que caminar a diario en estas zonas remotas. Varias horas para ir al mercado, a la ciudad, o simplemente llegar al siguiente lugar en el que se pueda encontrar a un ser humano en medio de la inmensidad. En esta zona los niños y niñas tienen que andar hasta 2 y 3 horas para llegar a la escuela. En algunas épocas del año, los indígenas nos cuentan que las  travesías resultan mucho más difíciles por las crecidas del río, los temporales o por algunos indeseables. Hay que tenerlo en cuenta si decidimos iniciar esta aventura y estar preparados para cualquier contingencia. Una buena parte del país cuenta con un relieve accidentado, lo que complica las comunicaciones y provoca el aislamiento de buena parte de la población. A lo largo del camino hay casas  en las laderas de las montañas, bastante lejos unas de otras. A la pregunta de por qué viven aquí, la respuesta es siempre la misma: "yo he nacido aquí, y mis padres también". La vida transcurre despacio, no se plantean cambiar, ni siquiera vivir en algín pueblo o ciudad cercanos. Huajlita. La orografía boliviana en esta zona del país es escarpada, un cerro tras otro, tras otro... hasta donde se pierde la vista. La ruta que nos lleva hasta Huajlita es dura pero muy intensa, nos acerca a lo más auténtico del país. Naturaleza en estado puro, convivencia y sobretodo, conocer su cultura, su vida, sus gentes. En la inmensidad, algunos caminos nos acercan a pequeños núcleos de población donde compartir vivencias con los bolivianos que allí viven. Son el ejemplo de comunidades bien situadas. Pensamos que tienen suerte de el camino llegue hasta las puertas de sus casas, aunque éste sea de piedras. Y para quien decide hacer la ruta también es una suerte, aquí se puede descansar y regresar a la civilización. El Salar de Uyuni. Otra de las rutas imprescindibles. Doce mil kilómetros cuadrados de extensión completamente llana, con un manto blanco que llega hasta donde no alcanza la vista. Simplemente espectacular. A 3.660 metros sobre el nivel del mar, y con un espesor de 120 metros, el salar de Uyuni es la superficie y el espejo de sal más grande del mundo. Tanto que es posible verlo desde el espacio. Situada en la parte central del Salar, nuestra ruta llega hasta la isla de Incahuasi, que en quechua significa «la casa del Inca», una isla rodeada de sal. Y es que antes el salar estaba lleno de agua. Era un lago enorme, del que suponemos que perduran estas islas, que ahora están en medio de la nada. La zona está llena de cactus gigantes, altísimos, algunos alcanzan hasta 10 metros. hasta los 10 metros. Esta es probablemente la isla más visitada d Bolivia. Lo ideal es llegar hasyta ella en coche y después una vez allí, la isla tiene un circuito preparado con un recorrido a pie de una hora de duración. Hay chiringuito para tomar algo. Para quien visite Bolivia la excursión al Salar de Uyuni y alrededores es obligatoria. Parque Nacional Eduardo Avaroa. Escondido entre las alturas de la Cordillera de los Andes, en el rincón más suroccidental de Bolivia, encontramos esta reserva, la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa, el área protegida más visitada del país, con unos 30.000 visitantes al año.
Las montañas de la Reserva son las montañas andinas más altas de la frontera de Bolivia con Chile y Argentina. Volcanes en erupción, fuentes termales, géiseres humeantes y fumarolas salpican este impresionante paisaje Espectaculares los colores al atardecer en la Laguna Colorada. La laguna Colorada es el sitio más importante de la región para la observación de flamencos y es singular por la coloración roja de sus aguas debido a los finos sedimentos de esa tonalidad depositados sobre la superficie y a los pigmentos de algunos tipos de algas. La laguna es uno de los muchos atractivos de este parque nacional, en el que encontramos también desiertos repletos de piedras de todas las formas y tamaños. Y entre las rocas destaca el Ýrbol de Piedra , una formación con un toque de misterio y de leyenda, que cuesta creer que exista realmente. Alucinante. Imágenes y aventuras Iñigo Aramburu

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