Europa
Potsdam, esplendor imperial
A pocos kilómetros de Berlín, una ciudad de palacios y espectaculares jardines
Publicidad
Berlín ya de por sí es una capital que eclipsa a todos sus visitantes. Pero, más allá de sus límites geográficos urbanos, hay multitud de lugares que merece la pena visitar en forma de escapadas de un día de duración. Potsdam es, sin duda, uno de los destinos obligados para todos aquellos que se queden durante, al menos, 4 noches en Berlín. Está situada a 20 kilómetros al suroeste de la capital y a ella se accede a través del tren, de una forma rápida, sencilla y muy cómoda, incluso los billetes ordinarios para moverse por Berlín sirven para hacerlo por la ciudad de Potsdam. Aunque también se puede llegar en coche o en autobús con visitas programadas. La localidad de Potsdam se fundó en el siglo VII con el nombre de Poztupimi y siglos más tarde, en concreto en 1660, fue elegida como residencia de Federico Guillermo I para cazar. En ella residió la familia real prusiana y por este motivo en todos los terrenos de la ciudad se comenzaron a construir un gran número de palacios que aún conservan su esplendor prácticamente intacto, pese al paso del tiempo. En el año 1990 Potsdam, debido a su belleza y a su gran riqueza arquitectónica, comparable con el francés Versalles, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pero no solo los edificios son espectaculares en la localidad, sino que los jardines y los espacios abiertos son en parte responsables de todo su esplendor. Potsdam es sinónimo de la gloria y la tradición prusianas, y también de la artesanía típica de la zona. El Antiguo Mercado –que alberga la Casa de Historia de Brandenburgo y Prusia- comparte protagonismo con el Mercado Nuevo, construido entre los siglos XVII y XVIII, uno de los edificios barrocos mejor conservados de toda Europa. Se conservan tres puertas de entrada a la ciudad, una de ellas, la más conocida, es la Puerta de Brandenburgo –en homenaje a la Guerra de los Siete Años- que es más antigua que la icónica de Berlín y que junto con la puerta de Nauen y la de Jägertor, guardaban la localidad. El llamado barrio holandés tiene una arquitectura muy característica de ladrillos rojos completada por cafeterías, galerías de arte y patios interiores decorados con sumo cuidado. En él vivían los artesanos de origen holandés que elaboraban los muebles y piezas que decoraban los palacios prusianos y que se trasladaron a la ciudad a vivir. Se sentían como en casa ya que dar un paseo por el barrio traslada a cualquiera hasta el mismísimo Amsterdam. También, para los amantes del cine, en la ciudad se encuentra Babelsberg, la antigua metrópoli del cine en la que se han rodado miles de películas, tanto para cine como para televisión y que aún hoy sigue en activo. Se puede visitar y ver todos sus decorados y museo. El palacio de Sanssouci, que significa “sin problemas”, es un remanso de paz y uno de los más fotografiados de Potsdam. El palacio Nuevo, de estilo renacentista, fue construido en ladrillo y tiene una bonita cúpula coronándolo. El palacio Babelsberg es de estilo neogótico y se terminó de construir en el año 1835 a orillas del río Havel, río que cruza el puente Glienicke, que conecta Berlín y Potsdam y que durante la Guerra fría fue escenario de algún que otro intercambio de espías entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El palacio Belvedere, el parque de Lindstedt y la iglesia Heilandskirche también merecen una visita. Aunque uno de los palacios que más llaman la atención –por su inusual apariencia- es el de Cecilienhof, que parece una casa de campo de estilo inglés y en la actualidad alberga un hotel; en él se redactó la Conferencia de Potsdam. Al igual que el palacio de Charlottenhof, de estilo neoclásico y que recuerda a una villa romana. Potsdam una ciudad tan delicada como fuerte. En muchos de sus edificios aún se pueden ver las balas de la Segunda Guerra Mundial, que aún no hay sido restaurados. Y a día de hoy permanecen dentro de sus muros como testigos de lo que hace no mucho aconteció en Europa. Una vez derribado el Muro de Berlín, en el año 1989, los rusos afincados en Potsdam aún tardaron cinco años en abandonar la ciudad y los palacios que habían ocupado durante años. Si te apetece una vuelta al pasado de Alemania y de todo el continente, Potsdam es un gran acierto.
Publicidad