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Paleohora, la península hippy de Creta

Paleohora, la península hippy de Creta

Este rincón del suroeste de la isla pasa desapercibido a pesar de sus magníficas playas.

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Situada en una pequeña península en el suroeste de la isla de Creta, el pequeño pueblo de Paleohora sigue pasando inadvertido para el gran turismo de masas que se dirige a este reducto del mediterráneo heleno. Y es que Chania, que se encuentra a menos de una hora, o Heraklion, la capital, tienden a manejar todo el turismo cretense. Pero no será por falta de interés por lo que este pequeño municipio que no llega a los 2.000 habitantes no tiene los mismos focos turísticos. De hecho, casi es de agradecer, en tanto que comenzó su fama como destino de descanso y alternativo en los años 70, cuando fue 'colonizado' por comunas de hippies buscando el sol y el relax del sur de Grecia. Y lo encontraron aquí, en lo que los antiguos cretenses llamaban 'el puente al mar de Libia', que se extiende a partir de sus dos pequeñas bahías, las que forma la península picuda sobre la que se asienta. Son pocas casas, levantadas casi en línea recta como marcando con una flecha el lugar donde acaba la tierra y empiezan las playas. En Paleohora hay varias para elegir. Si se quiere arena fina, la principal de la localidad, a los pies del pueblo, es la mejor. Pero si se quiere una más resguardada, sobre todo del viento, basta desplazarse un par de centenares de metros. Eso sí, en este caso serán playas de guijarros. La población se asienta sobre las ruinas de la antigua ciudad helénica de Kalamidi y en la punta de la península se edificó en 1278 una fortaleza por parte del duque veneciano Marino Gradenico, desde donde se divisan los 18 kilómetros de playas del municipio. Las de Gianiskari o Elafonisos encantarán a los amantes de las dunas, mientras que la de Karavopetra, con sus grandes rocas, será perfecta para las fotos más impresionantes. Punto de partida para escapadas por ciudades antiguas, algunas en ruinas, como Suia, Eliros o Kadros; también es posible adentrarse en cuevas o en algunos de los desfiladeros más angostos de Europa. Todo ello sin perder el encanto de Grecia, el sol de Creta y la acogida mediterránea. En Paleohora nos sentiremos como en casa.

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