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Europa

Se llama Edgar y es de París

Un hotel moderno, jovial y a todo color con aires bohemios

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A veces los que más pereza nos da de viajar –si es que tenemos que sacarle un defecto-, es el hecho de tener que desplazarnos, el tiempo que ello conlleva y también la incertidumbre al saber si el alojamiento que hemos escogido será el adecuado. Por lo general, cuando apostamos por hoteles de los que tenemos buenas referencias o que tienen tras de sí una buena reputación, no suele haber problema. Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar lo fácil que sería viajar si en cada ciudad del mundo tuviéramos un amigo con una casa en la que quedarnos? Seguro que ya has hecho alguna visita al extranjero a familiares y amigos, con la ventaja de tenerles a ellos para que te enseñen la ciudad, los rincones más insólitos que no aparecen en ninguna guía y también para sentirte como en casa. Las comodidades que nos ofrece una casa son un poco mayores que las de un hotel, por lo acogedoras que resultan y el hecho de sentirnos realmente cómodos. Pues bien, en el hotel Edgar de París, podemos sentirnos de esta forma sin necesidad de tener que molestar a ningún amigo o conocido. Imagínate que tienes un amigo en París, se llama Edgar y vive a tan solo 750 metros de los Grands Boulevards y a un kilómetro del centro Pompidou. La casa de este amigo, idóneamente situada para conocer la capital francesa desde su corazón más urbano, tiene 12 habitaciones, todas ellas distintas y muy originales, que te encandilarán y en las que querrás quedarte más tiempo del que tenías pensado. El hotel por fuera parece un edificio de viviendas corriente, similar a los que se pueden observar en la zona, con su cafetería a pie de calle y su altura media. Tiene una decoración contemporánea y en su interior todo tipo de licencias creativas están permitidas. Conexión wifi, aire acondicionado una agradable terraza y todas las comodidades que uno se puede esperar de un hotel de esta categoría. Con la particularidad que, más que un hotel, el Edgar parece una casa que nos han cedido durante un tiempo. Solo se necesita una noche para sentir cada estancia como nuestra, para encariñarse de cada detalle y enamorarse de su decoración armónica pero, a la vez, sin norma alguna. Todas sus habitaciones están diseñadas por un artista distinto y tienen vistas a la pequeña plaza en la que está situado el hotel. Así, la habitación The elegant sixties ha sido creada por Guillaume Rouget-Luchaire, Ebène Rock destaca por decoración en tono negro, In the mood for love apuesta por los colores pastel, Dream por los coches de juguete y los muñecos y Orchidée por la estética tan femenina de las orquídeas. Andando 1,7 kilómetros desde el hotel Edgar se llega a las Galerías Lafayette, justo al lado de la Ópera Garnier. Es un alojamiento con corazón, en el cual la madera es la principal protagonista y otorga de un halo misterioso y antiguo a todos los espacios. En tu próximo viaje a París, ¿te quedas en casa de Edgar?

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