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Europa

Las islas de Lérins, tranquilidad en la Costa Azul

Un pequeño archipiélago con mucha historia en la bahía de Cannes

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En el Mediterráneo son muchas las islas especiales, quizás por la calma con la que golpean sus olas la costa o por el espíritu bohemio que inspira desde tiempos inmemoriales el Mediterráneo. Lo cierto es que recorrer este mar en barco es la mejor forma de admirarlo, conocerlo y enamorarse de él. Entre las islas más conocidas y turísticas se esconden algunas que, a primera vista pasan desapercibidas, pero que una vez que se conoce su historia y se visitan, se convierten en imprescindibles. Es el caso de las islas de Lérins, un conjunto de islas ubicadas en la Riviera Francesa, a escasa distancia de Cannes. Desde la mítica Croisette, cinematográfica y exclusiva a partes iguales, se puede admirar la vegetación de estas islas e islotes casi paradisiacos. Del archipiélago, únicamente dos islas están habitadas, la de Santa Margarita y la de San Honorato, aunque ambas son muy diferentes. Comparten, eso sí, la riqueza en fauna y flora, una naturaleza apabullante y paisajes de cuento. Las demás, el islote de la Tradelière y el Iislote Saint-Féréol, no están habitadas debido a su pequeño tamaño. Las islas dependen de Cannes, de la región de la Provenza-Alpes-Costa Azul, y se puede llegar a ellas en pocos minutos en barco desde la zona en la que se encuentra el Palais des Festivals. También es una buena excursión para aquellos que pasen unos días en Antibes, ya que su aroma a eucaliptos y pinos otorgan a estas islas un misterio muy característico. La isla Santa Margarita es la más grande de todas y también, en consecuencia, la más visitada. Su nombre proviene de una antigua capilla que se construyó en la isla en honor a Santa Margarita de Antioquia. La mayor parte del espacio de la isla está cubierto por un bosque con una gran biodiversidad y su historia es fascinante ya que por ella han pasado en primer lugar los Ligures, más tarde piratas celtas, los romanos y un grupo de monjes hasta el siglo XVII. En el extremo oeste de la isla está el bonito estanque Batéquier, compuesto por agua marina y también de un pozo. En Santa Margarita se confinó al Hombre de la Máscara de Hierro durante más de diez años, sin duda el prisionero más famoso de la isla. La leyenda en torno a él surgió porque llevaba una máscara de hierro que nunca se quitaba para que no se conociera su identidad, de hecho, se le transfirió y ejecutó en la Bastilla sin que se llegara a revelar su identidad. Desde entonces, hay una leyenda para cada gusto, y la historia ha servido de inspiración al célebre escritor francés Alexandre Dumas, además de haber sido adaptada varias veces a la gran pantalla. Pero, para conocer las historias, detalles y rumores, lo mejor es visitar el Museo del Mar que acoge la isla. La isla de San Honorato es la segunda de mayor tamaño, tranquila y silenciosa. Lo más destacado de ella es la abadía de Lérins, aún habitada por más de una decena de monjes que, además de dedicarse a sus labores religiosas, elaboran vinos, aceite y otros productos artesanales que merece la pena degustar. Toda la isla está bordeada por un sendero, desde el que se disfrutan de unas magníficas vistas al mar, a las montañas de Esterel y la isla vecina de Santa Margarita, situada a poca distancia. Los monjes cistercienses habitan en esta isla prácticamente desde el siglo V, época en la que fue fundada por San Honorato. Las islas de Lérins son intrigantes y merece la pena pasar un día o unas horas en ellas para empaparse de misterio, historia y una gran calma.

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