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Europa

Un hotel para amantes del chocolate

Una estancia muy dulce en la Fabrica do Chocolate, en Viana do Castelo

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¿Te gusta el chocolate? A esta pregunta muchos responderán con otra: “¿y a quién no?” porque el chocolate es uno de los dulces preferidos de la mayoría de los mortales. No hay quien se resista a sus matices dulces e intensos, en cualquiera de sus variedades, ya sea el chocolate negro, blanco o con leche. Y no digamos ya aquellos que contienen frutos secos, galletas, frutas y un sinfín de complementos que combinan a la perfección. Para todos aquellos que no conciban una vida sin chocolate es para los que se ha creado y diseñado el hotel Fabrica do Chocolate, situado en la localidad portuguesa de Viana do Castelo. La idea a la hora de construirlo surgió de la película Charlie y la fábrica de chocolate y la pasión del personaje de Willy Wonka por este dulce. De ahí que el hotel, que además de alojamiento se trata de un museo, esté dedicado de forma íntegra a la obsesión favorita de muchos golosos. Todo el edificio es un museo en el que se puede aprender datos y curiosidades además de conocer la elaboración del chocolate. Hay cuatro tipos de habitaciones en su interior, todas ellas, un total de 18, con las comodidades típicas y esperadas de cualquier hotel de cuatro estrellas. El hotel está a tan solo seis minutos andando de la orilla del río Lima y a pocos minutos más de la estación de tren, además de a unos 44 kilómetros de la ciudad de Braga, que también se recomienda visitar si se desean conocer los alrededores. Pero, más allá de su apetitosa apariencia y de su sugerente nombre e interior, guarda una historia única. Para conocerla hay que remontarse al siglo pasado y repasar una a una las décadas que han transcurrido desde entonces. La fábrica más antigua de chocolate de Portugal se fundó en el año 1914 en Viana do Castelo. Su fundador, José Lima, era un emprendedor local y unos años después, en 1922, la fábrica de chocolate se trasladó a un nuevo edificio en la calle do Gontim. El arquitecto que lo diseñó fue José Fernandez Marins y estuvo en activo hasta el año 2004, cuando cerró sus puertas y la fábrica se trasladó a otra ciudad. Por este motivo el edificio estuvo cerrado varios años hasta que más tarde volvió a abrir sus puertas como el museo, restaurante y hotel que hoy conocemos. El museo está repartido en 500 metros cuadrados y cinco espacios, que se pueden visitar siguiendo un circuito marcado e interactivo. Y en cuanto al alojamiento, desde la suite Romance, la suite Regina perfecta para familias o la habitación de Willy Wonka, con su famoso premio. Cada habitación guarda una sorpresa y una vez descubierta, se puede disfrutar de las propuestas del restaurante del hotel, centradas sobre todo en platos elaborados con este producto tan codiciado.

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