Museo
Una escapada al corazón del automóvil italiano
El Museo del Automóvil de Turín es mucho más que una exposición permanente de la historia de las firmas italianas, es también la expresión de la pasión de un país por las cuatro ruedas.
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Pocos países hay que vivan con tanta pasión el mundo del motor y, concretamente, el del automóvil. Y no porque los italianos vivan y se relacionen con los coches de un modo diferente a los alemanes o a los estadounidenses, sino porque solo ellos han sabido salpimentar esa atracción casi natural que sentimos hacia los automóviles con la idiosincrasia mediterránea, la misma que nos obliga a vivir cada minuto como si fuera el último.
Esta pasión se puede casi palpar en el número 40 del Corso Unità d’Italia de Turín. Es allí donde se ubica un edificio muy original cuyo interior alberga el Museo Nacional del Automóvil, toda una institución que, además, reafirma a la ciudad piamontesa como auténtica ‘capital del automóvil italiano’. Inaugurado en 1960, fue un proyecto de Carlo Biscaretti di Ruffia, un apasionado del motor, diseñador del logo de Lancia y coleccionista de coches, los cuales pasaron directamente a las instalaciones del museo.
Solo el edificio en el que se encuentra ya es todo un punto de interés, pues representa una de las mejores muestras de arquitectura industrial de mediados del siglo XX, con una fachada de forma convexa. Esta descansa sobre una viga de hierro de 60 toneladas de peso que se apoya, a su vez, sobre cuatro robustos pilares de hormigón y acero inoxidable.
Pero el edificio actual no es exactamente como se proyectó, ya que, en 2011, el arquitecto Cino Zucchi llevó a cabo una importante remodelación de la fachada. Además, el escenógrafo François Confino se encargó de mejorar el espacio de exposición, dándole un toque más futurista y, sobre todo, contribuyendo a hacer la visita más dinámica e interactiva.
Lo que no ha variado tras la reforma ha sido el impresionante interior, con todo tipo de colecciones, centradas sobre todo en las firmas italianas de automóviles. En total, 200 vehículos originales de 80 ‘escuderías’, desde los primeros vehículos a vapor de 1769 a los más recientes prototipos. Todos ellos en tres plantas que se visitan, como suele ser habitual en los museos de automóviles modernos, de arriba a abajo.
En sus 19.000 m2 de superficie expositiva se puede ver, por ejemplo, La Jamais Contente, el primer vehículo en superar los 100km/h. Pero también el Fiat 500 original (en una sección del museo se puede ver un falto túnel de fabricación en el que se explica paso a paso cómo se fabrica este modelo actualmente), un Ford Mustang GT500, un Fiat Turbina o el MercedesBenz RW 196 que pilotó Juan Manuel Fangio en Fórmula 1.
Llama la atención que, como no caben todos los coches que tiene el museo, es posible, previa reserva, visitarlos en una escapada a un garaje que, en el futuro, será una zona de taller y escuela de restauración de automóviles antiguos. Además, se ha puesto mucho énfasis en el campo del diseño, el cual era el favorito del propio fundador, y al que se dedicaba profesionalmente. Todo ello sin olvidar que sigue abierto al público un Centro de Documentación que está considerado uno de los más importantes del mundo por las colecciones de libros y material que alberga.
Con un horario amplio, de 10 a 19 h. (viernes y sábados, hasta las 21 h.), el museo abre de lunes a sábados. La entrada general cuesta 12 €, aunque forma parte de la oferta de la Piamonte Card, una de las tarjetas turísticas de la región. Merece la pena disfrutar durante un par de horas de un museo en el que Ferrari, Lancia, Fiat... se dan la mano entre ellas y con la historia.
Museo dell’Automobile di Torino
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