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Europa

Dormir en un monasterio del S.XIII

En el elegante hotel The Augustine, en Praga

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En pleno corazón histórico de la ciudad de Praga, se construyó en el siglo XIII un conjunto de siete edificios unidos entre sí, con tejados rojos y paredes blancas. En ellos, desde el año 1284, habitaban los frailes de la orden de San Agustín. Y, entre habitaciones, capillas, una iglesia, salones y otras estancias, uno de los edificios de la construcción albergaba una fábrica de cerveza que los frailes gestionaban. De esta forma, toda la sabiduría, cultura y buen hacer de la orden, poco a poco y con el paso del tiempo, se fue plasmando inevitablemente en las paredes. La tranquilidad y la paz que se respiraba en este lugar era única en Praga y el complejo daba cobijo y ocupación a un gran número de agustinos de los alrededores del mismo. Siglos después, la vida monástica y la austeridad religiosa dieron paso a un nuevo proyecto para el edificio. En 2009 se inauguró el hotel The Augustine, un alojamiento de cinco estrellas que, de forma sutil y elegante, ha sabido captar a la perfección el espíritu calmado que ha respirado desde el siglo XIII este lugar. La restauración que han sufrido los siete edificios ha respetado los estilos arquitectónicos que les dieron forma, desde el barroco al gótico y renacentista. Lo que ha conseguido que el hotel vuelva a ser el oasis de tranquilidad que fue en los inicios de su historia. Al entrar en los dominios del hotel The Augustine, todos los huéspedes sienten un perfecto equilibrio entre lujo, exclusividad y tradición. Cuenta con un total de 101 habitaciones de varias categorías entre las que destacan cuatro suites muy especiales: la suite Royal, la suite Presidencial, la suite Fresco –con unas increíbles pinturas en sus paredes- y la suite Tower, quizás la más increíble de todas ellas -situada en la torre del monasterio, en el espacio que anteriormente ocupaba el observatorio, y con unas magníficas vistas de 360 grados de Praga-. El hotel tiene 12 suites más, aunque de menor tamaño, todas ellas con vistas al Castillo de la ciudad y con una decoración sobria en la que destacan numerosos detalles que evidencian buen gusto. Techos abovedados, baños de mármol, tejidos en tonos púrpura, naranja y rojo que generan una sensación cálida y muebles de estilo años 30 que contrastan con obras de arte modernas. El Restaurante del hotel es un buen lugar para saborear la gastronomía típica del país. Y, para aquellos que quieran disfrutar de una copa, The Augustine cuenta con un elegante bar y una singular bodega, el St. Thomas Brewery Bar, en el que se pueden probar cócteles bajo techos con frescos de estilo barroco. Este lugar era el antiguo refectorio del monasterio y, justo al lado, se encontraba la fábrica de cerveza, bebida que hoy en día se sigue produciendo de forma artesanal y con la receta original que utilizaban los frailes. El Spa es, sin duda, uno de los lugares más tranquilos del hotel. Ofrece tratamientos de todo tipo, desde faciales, corporales, hasta una envoltura corporal en cerveza, sin olvidarse de la sauna, baño de vapor finlandés, gimnasio, peluquería, manicura y pedicura. La mayoría de productos que se utilizan en el spa son orgánicos, así como los que se ponen a disposición de los huéspedes en cada habitación. Alojarse en The Augustine es toda una experiencia ya que, además de disfrutar de un alojamiento único, dejando volar la imaginación uno puede hacerse a la idea de cómo vivían los frailes de la ciudad siglos atrás.

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