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La Colina de las Cruces

Un lugar sagrado símbolo de la identidad nacional lituana

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En ningún otro lugar del mundo puedes encontrar un lugar como este, donde tantas cruces son llevadas por la gente a una colina rodeada de leyendas. La Colina de las Cruces es un lugar sagrado único, increíble. Un santuario conocido y frecuentado por personas de diferentes nacionalidades y religiones, que dejan sus nombres, sus intenciones y sus escritos de clemencia. La Colina de las Cruces a dieciséis kilómetros de Šiauliai, tiene unos 60 metros de largo y de 40 a 50 metros de ancho, y puede verser desde cualquier punto de la carretera en dirección a Riga, la capital. La imagen es realmente impactante. Resulta curioso ver tantas cruces en un solo lugar. Y aunque tienen un marcado caracter religioso, no todas estas cruces hablan de desgracias y catástrofes personales, también hacen referencia a sucesos como, por ejemplo, el naufragio del ferry "Estonia". Los cruces de la colina se mencionan por primera vez en las crónicas de 1850, y se cree que los primeras fueron puestas por familiares de las víctimas de la rebelión de 1831, y la causa fue que el gobierno zarista no permitió que se honrará a los muertos. La primera vez que se contabilizaron fue en el año 1900 por Ksywicki. Las crónicas históricas hablan de que había entonces 130 cruces en la colina. Dos años más tarde ya eran 155 cruces. En 1961 el gobierno soviético destruyó más de 5.000 cruces, y años más tarde, en 1975 se volvían a contabilizar 1.200 más. Lituania, ya como país independiente ha contabilizado 14.387 grandes cruces, algunas con más de 3 y 4 metros de altura y otras más pequeñas. La tradición continúa, y hoy, quién visita la colina, hace su aportación, a veces con lo que encuentra a mano, como hierbas, ramas o piedras del camino. La Colina de las Cruces ha jugado un papel importante durante la época soviética, por su anónima persistencia al régimen que consideraba las cruces y la colina como un símbolo hostil. La colina fue destruida en múltiples ocasiones, pero las cruces siempre volvían a estar ahí a pesar de la vigilancia del ejército soviético y de la KGB. Todo en vano, las  cruces volivían a aparecer. La gente las colocaba por la noche, a pesar de los peligros, las prohibiciones y las persecuciones. Y la colina se convirtió en una heroica resistencia lituana a la supresión del símbolo de la libertad religiosa. Hoy, la colina de las Cruces se ha convertido en un reclamo turístico. Incluso se construyó un pequeño monasterio, gracias al Papa Juan Pablo II que animó a  los Hermanos Franciscanos. A 300 metros de la colina, el monasterio está abierto a los peregrinos, además de ser un noviciado de la provincia franciscana lituana de San Casimiro. La Colina de las Cruces, es un lugar sagrado en la región de Šiauliai, famoso en el mundo entero y simbolo de la vida eterna en Dios y símbolo del amor. Un lugar de meditación que la gente del Gólgota venera, tras años de dolor y desgracias, un símbolo de esperanza que se mantuvo vivo a pesar de las prohibiciones. Las cruces se convirtieron en Lituania en algo más que un símbolo religioso, se convirtieron en una forma de expresar la identidad nacional. Inscrito en la Lista de la UNESCO de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad en 2001, las cruces siguen siendo monumentos a los muertos, signos de protección espiritual o símbolos de gratitud. Actualmente, la colina cuenta con más de 100 mil cruces cavadas en el suelo, grandes y pequeñas, y un gran número de estatuas de santos y pinturas con rosarios. Los turistas que vienen a este lugar dicen que es un lugar en el que sienten tranquilidad, espiritualidad y una presencia sagrada. Cruces combinadas con esculturas, forjas y pintura, a menudo ornamentadas con imágenes del sol, pájaros, o árboles de la vida. Una colina que impacta a quien la visita. Que habla de historia, esperanza, dolor, amor e identidad. Un lugar que ha traspasado fronteras. Peregrinos de todo el mundo aportan sus cruces a este maravilloso lugar, desde distintos rincones de Lituania y del extranjero. Un lugar misterioso, bello y sagrado, un lugar de identidad nacional en Lituania y un símbolo de la fe mundial. Anótalo como destino para esta Semana Santa que se avecina.

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