Crucero por el Atlántico
De Barbados a Málaga en un velero de gran lujo
Durante 16 días el Star Clipper surcará el Atlántico de oeste a este con sus deslumbrantes velas blancas desplegadas.
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El próximo 25 de abril, los amantes de los cruceros diferentes tienen una cita en Bridgetown. Allí, en la capital de Barbados, elevará sus anclas uno de los veleros más fascinantes de los que surcan actualmente los mares: el Star Clipper, y su destino será nada menos que la ciudad andaluza de Málaga, en una travesía que permitirá experimentar la aventura de cruzarse el Atlántico sin, por ello, dejar a un lado todas las comodidades.
Botado en el año 2000, el Star Clipper es mucho más que un crucero. No tiene las dimensiones gigantescas de los trasatlánticos, pero no las necesita para que nos enamoremos de él. Y es que las compensa con solo enarbolar las velas de las que se compone el navío, cinco mástiles de telas inmaculadamente blancas y brillantes, a juego con el casco, que no pasan desapercibidas cuando atracan a puerto.
Con capacidad para 170 pasajeros y una tripulación compuesta por 72 personas, se trata de un barco de algo más de 3 toneladas de peso, con unas dimensiones de 115 metros de eslora y un ancho de 15 metros, capaz de alcanzar los 17 nudos de velocidad. Esto le permite cruzarse el Atlántico en algo más de dos semanas, al tiempo que sus viajeros disfrutan de la inmensidad del océano.
Tiempo, de hecho, van a tener, porque desde la salida del velero de Barbados hasta que pare en el primer y único puerto intermedio programado, el de Punta Delgada en el archipiélago portugués de las Azores, habrán pasado once días. Luego serán otras cuatro noches de travesía antes de atracar el puerto de Málaga el día 11 de mayo (existe la opción de continuar viaje entre Málaga y Roma, añadiendo cinco días más de travesía, hasta completar 21 de viaje).
En su interior, las cabinas se dividen en varias categorías. Las más elegantes son las suites de las cubiertas superiores, con cama doble, cuarto de baño con jacuzzi y posibilidad de abrir la cabina en el puente de mando, con un espacio reservado de hasta 21 metros cuadrados. En su interior, una decoración funcional y cómoda, en la que destacan los panelados de madera y los juegos de luces para crear ambientes acogedores.
En el puente Clipper es donde se encuentra el restaurante del navío. Las cenas son especiales porque el chef se encarga de seleccionar cada día un menú diferente, compuesto por platos de alta cocina (en el desayuno y el almuerzo se sirve un buffet). Por supuesto, no faltan las zonas de recreo con una buena copa, como el Piano Bar o el especializado en cócteles Tropical Bar, ni un salón más íntimo para jugar a las cartas o leer tranquilamente.
Seguro que llama la atención el poder chapotear en alguna de las dos piscinas del barco. No son muy grandes, ni permiten largos de entrenamiento, pero pocos pueden decir que se han dado un baño en una piscina bajo toneladas de tela de las velas, ya que se encuentran justo debajo de los grandes mástiles. Y después, nada como un buen masaje al aire libre, sobre el puente superior, en las camillas que prepara el equipo de masajistas a bordo.
Además de la posibilidad de hacer aeróbic cada mañana en el puente abierto, así como jogging para los amantes del running, los pasajeros pueden apuntarse a conocer de primera mano las maniobras del velero, desde el arriado y despliegue de velas hasta la dirección del timón. Un plan perfecto para los que siempre quisieron sentirse como Cristóbal Colón.
Enrolarse en este particular viaje es posible a partir de 1.700 €/pasajero, impuestos portuarios aparte. Serán 16 jornadas inolvidables que nos convertirán en todos unos lobos de mar.
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