NO TRANSPORTA PASAJEROS Y MARCA 240 RÉCORDS
Así es el Antonov AN-225, el avión más grande del mundo
Es ucraniano y no hay quien le tosa. El Antonov An-225 es el avión más grande jamás construido, con 84 metros de longitud, 88 de envergadura y un peso de 175 toneladas vacío. Surca los aires como avión de carga.
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Seguramente has oído más de una vez que el Airbus A380 es el avión más grande del mundo. Es una verdad a medias. Sí que se trata del más grande, pero en la categoría de aviones comerciales de pasajeros. El honor de ser el más voluminoso, independientemente de sus funciones, no recae en Airbus, pero sí en otra firma europea: Antonov, soviética en su nacimiento y, actualmente, de Ucrania.
Fue en 1988 cuando vio la luz por fin el único Antonov An-225 que se ha construido, el mismo que hoy sigue surcando los cielos (hay una segunda unidad parcialmente construida). Sus récords son impresionantes, y no solo posee el de más grande. Solo el Libro Guinness de los Récords recoge más de 240 marcas fulminadas por el avión ucranio.
Se le puso de sobrenombre Mriya, que significa deseo en ucranio, y sus medidas impresionan. Puede llegar a volar con un peso de 640 toneladas al despegue, aunque vacío ya pesa por sí mismo 285 toneladas. Tiene capacidad para 1.300 metros cuadrados de carga (es lo suficientemente grande como para llevar 50 automóviles en su interior), mide 84 metros de longitud por 88,4 de envergadura y 18,1 de altura. Además, la superficie alar es de 905 metros cuadrados y llega a una velocidad máxima de 850 km/h, aunque de crucero mantiene los 800 km/h sin problema.
Como informó en su día la BBC desde Australia, más de 20.000 personas se reunieron en Perth (Australia) para verlo aterrizar por primera vez en el país oceánico, el pasado mes de mayo. Pocas veces un avión de carga tiene público, mucho menos uno tan numeroso.
Con seis motores y una gran potencia, impresionan las ruedas de su tren de aterrizaje, que suman más de 20. Todo un despliegue que se entiende mejor cuando conocemos para lo que fue construido en su momento: el transporte de transbordadores espaciales. Seguramente, podría haber recogido los dos que se empezaron a construir en Baikonur (Kazajistán) y que hoy están abandonados en lo que es una estación aeroespacial fantasma.
La idea del Gobierno soviético era construir más de un Antonov An-225, pero el colapso del país y su posterior desmembramiento dieron al traste con el programa de desarrollo. De hecho, el avión dejó de volar en 1994. Afortunadamente, se recuperó años más tarde, en 2001, y, además de llevar cargas pesadísimas por todo el planeta, ha intervenido en la logística de apoyo a desastres naturales, como el terremoto de Haití en 2010 o el de Japón de un año después. Antes ya había demostrado de lo que era capaz en Samoa Americana, donde llevó como si nada los generadores de energía que permitieron reemplazar los que arrasó un tsunami en 2009.
De hecho, en Australia también llegó transportando en su interior un generador de energía. En este caso, uno de 117 toneladas que procedía de Chequia. En su interior, seis tripulantes, el máximo permitido por el aparato. Ellos realizaron un viaje que por mar hubiera sido mucho más lento y, además, con más inseguridades de que no llegara a puerto.
No hay planes de terminar el segundo avión, así que, por ahora, seguirá siendo único.
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