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DORMIR, LLORAR O MANTENER RELACIONES SEXUALES

Tareas triviales en la Tierra que son un contratiempo en el espacio

¿Cómo resuelven los astronautas tareas tan elementales como orinar, dormir o lavarse la cabeza? ¿Se puede practicar sexo en el espacio? ¿Es físicamente posible masturbarse en la estación espacial internacional? ¿Es peligroso menstruar en gravedad cero?

Dormir en el espacio

Dormir en el espacio NASA

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El 5 de mayo de 1961. Alan Shepard, astronauta de la NASA, fue encerrado en la cápsula Freedom 7 del cohete Mercury Redstone 3 para convertirse en el segundo ser humano en salir al espacio, tras el soviético Yuri Gagarin. El protocolo de comprobaciones antes del lanzamiento se prolongó más de cuatro horas por encima de lo previsto produciendo una situación de tensión en el astronauta que provocó un almacenamiento exagerado de orina en su vejiga.

Nadie había previsto la contingencia en un vuelo de tan solo 15 minutos y Alan tuvo que orinarse en el traje espacial cortocircuitando los sensores médicos con el riesgo que ello suponía para la misión. Afortunadamente todo salió bien pero la NASA tuvo que diseñar un plan para resolver el elemental problema, primero con pañales y luego con un sistema de reciclaje de fluidos corporales.

¿Cómo orinan, duermen o se lavan la cabeza los astronautas? ¿Se puede mantener relaciones sexuales en el espacio? ¿Es físicamente posible masturbarse en la Estación Espacial Internacional? ¿Es peligroso menstruar en gravedad cero? Todas estas preguntas y más han sido planteadas, propuestas y en muchos casos, experimentadas en gravedad cero después de más de 70 años de carrera espacial.

La técnica y los equipos han evolucionado a ritmo vertiginoso. Los astronautas del proyecto Apolo (como Buzz Aldrin y Neil Armstrong) tenían bolsas fecales que se pegaban con ‘cinta americana’ en sus posaderas cuando tenían que hacer de vientre. No es un problema cuando no estás descompuesto.

Pero eso no era todo. La bolsa venía con una especie de guante-dedal para remover y mezclar tus desperdicios orgánicos con un germicida que evitase el crecimiento bacteriano porque una bolsa dejada a merced del gas producido por los millones de bacterias estallaría en tan solo unas pocas horas. El proceso de ir al baño duraba no menos de 45 minutos.

Aseo de la estación espacial internacional

Hoy en día todo es más sencillo. Al no haber gravedad el inodoro espacial utiliza una aspiradora para atraer los fluidos del cuerpo para luego reciclarlos en agua potable. El uso de estos aparatos requiere cierta práctica, para lo que la NASA dispone de un módulo de entrenamiento en Houston. El objetivo es que los astronautas afinen la puntería en tierra y no estropeen el WC ya que cada aparato cuesta 15 millones de euros.

Los rusos siempre han sido más prácticos: los inodoros de la MIR echaban los residuos directamente al espacio. Pero claro, cuando desmantelaron la estación en 2001 sus paneles solares habían perdido un 40% de su eficiencia energética debido a los restos orgánicos congelados que opacitaban parcialmente su superficie.

¿Y qué pasa con la menstruación? En los primeros años de la carrera espacial todo eran teorías. El flujo menstrual es expulsado del cuello uterino por gravedad, y donde ésta es escasa se puede producir una “menstruación retrógada”, es decir, que la sangre fluya hasta las trompas de Falopio y provoque la temida endometriosis. Para evitar estos ‘supuestos’ problemas en el espacio, las primeras mujeres astronautas eran tratadas hormonalmente para así poder controlar sus ciclos, evitando también los flujos desmesurados. Nunca se ha producido la temida endometriosis allá arriba. La experiencia actual es que la capilaridad es suficiente como mecanismo de evacuación del flujo menstrual y es innecesario el tratamiento hormonal, por lo que el neceser de la astronauta no difiere del de la Tierra.

El sexo es otra historia. El tabú sigue estando presente con gravedad y sin gravedad, ya que la NASA es un poco como Disney. A pesar de las leyendas urbanas que circulan sobre falsos estudios, no ha habido una investigación práctica oficial sobre la fecundación y procreación en humanos. Aunque los planes del largo viaje a Marte y la creación de asentamientos lunares la sugieren con urgencia, todavía es más importante la mosca de la fruta.

Sexo en el espacio (recreación)

Pero ¿Es posible una relación sexual en el espacio tal como la conocemos en la Tierra? Rotundamente no. Bajo condiciones de mínima gravedad para cualquier acción o movimiento hay una reacción igual y opuesta no contrarrestada. Es decir, sería necesario estudiar y coordinar una coreografía de cirujanos antes de ponerse manos a la obra. Eso o tirar de cinchas de bondage para ‘atarse’ en una postura que rompiese las posibles inercias creadas. Por no hablar de los problemas de erección del hombre al haber mucha menor presión sanguínea. El paraíso de la excitación, vamos...

¿Y la concepción? ¿Un embrión fertilizado se puede adherir correctamente a la pared del útero? ¿Son más probables en ingravidez los embarazos ectópicos? Los únicos estudios en condiciones de microgravedad que pueden responder a estas preguntas son los realizados con ratas. Aunque se ha demostrado que el feto se desarrolla adecuadamente, una vez expuesto uno a la gravedad normal terrestre se ha constatado que carecen de la capacidad natural para enderezarse correctamente. Y eso da miedo.

Oficialmente no ha habido encuentros sexuales a bordo de la ISS o algún transbordador espacial norteamericano, pero todos saben que en la misión STS-47 del Endeavour, 1992 fue una fecha clave. Dos astronautas participantes se casaron en secreto unos días antes del lanzamiento. El primer matrimonio de astronautas iba a permanecer más de una semana en el espacio en su luna de miel y sin consignas oficiales (la NASA lo desconocía). Al volver a la Tierra y descubrirse el pastel N. Jan Davis y Mark C. Lee se negaron a responder sobre el tema. ¿Pacto o simple política de privacidad? La NASA prohibió desde entonces el viaje de matrimonios al espacio. Hoy en día las consignas de la NASA sobre posibles eventos sexuales son aún más explícitas.

Pero ¿y la masturbación? Un cosmonauta ruso recientemente entrevistado para Boing Boing respondió a la pregunta: ¿Cómo resuelven el problema del sexo en Espacio? con un "A mano".

En este caso el apoyo ‘oficial’ tiene motivos médicos. Michael Collins reconoció en su libro 'Lift Off' que los doctores de la misión Apolo recomendaban la masturbación regular para evitar la infección de las glándulas prostáticas que podrían conducir a otras infecciones en hombres sanos sometidos a largos periodos de abstinencia sexual. Hay que recordar que los primeros astronautas eran expilotos aéreos acostumbrados al ‘derramamiento’ de testosterona con el exhibicionismo de sus hazañas con el colectivo femenino. Según el mismo documento de Collins, solo uno de los astronautas no siguió las recomendaciones.

Recientemente el astronauta Ron Garan, que pasó medio año en una misión espacial, respondía a la pregunta tabú en la red social Reddit: “La ISS es enorme y se puede encontrar un poco de 'tranquilidad' si uno la necesita”. El hilo es maravilloso.

El mayor especialista en documentar las rutinas (no sexuales) de los habitantes de la ISS es el mediático astronauta canadiense Chris Hadfield que con sus FAQ y vídeos de actividades triviales en el espacio ha cautivado la atención de millones de personas a los que no interesan los complicados experimentos que se realizan allá arriba por estar fuera del alcance de su entendimiento. Su vídeo cocinando espinacas o el que explica lo que pasa si lloras son auténticas joyas.

Otro ejemplo. Para cortarse las uñas en la ISS tienes dos opciones. Si no quieres que tu material orgánico flote eternamente por la estación y se meta en el ojo de cualquier compañero, puedes comértelas o hacerlo como nos muestra Chris en el siguiente vídeo: cerca de los aspiradores de aire con rejilla.

Lavarse el pelo en microgravedad es otra tarea sorprendente. No hay ducha y no es necesario el champú. El pelo debe ser constantemente masajeado (si tienes) para lograr humedecerlo lo suficiente. La astronauta Karen Nyberglo explica en el siguiente vídeo:

Llega la hora de dormir. Abstenerse claustrofóbicos. Olvídate de tirar un colchón al suelo. No hay colchón y no hay suelo, no hay arriba ni abajo. Con 16 puestas de Sol y amaneceres cada 24 horas es complicado saber cuándo dormir. Por eso los tripulantes tienen sus propios horarios y turnos. En realidad el astronauta puede dormir en cualquier sitio si es capaz de controlar sus movimientos e inercias. Lo normal es usar un saco atado a la pared donde poder controlar la flotación de extremidades. La ISS cuenta con cabinas dormitorio insonorizadas, con un ordenador, una lamparita y muy bien ventiladas para reciclar el propio dióxido de carbono generado.

¡Buenas noches Chris!

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