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EL SOL PODRÍA VOLVER A DARLE ENERGÍA

El robot Philae se apaga en la superficie del cometa al quedarse sin batería

Pasadas las 2 de la madrugada del viernes al sábado, hora española, Philae ha dejado de funcionar. El motivo: se ha quedado sin energía al haber aterrizado en un punto oscuro del cometa donde no puede alimentarse de luz solar.

La sonda Philae sobre el cometa

La sonda Philae sobre el cometa ESA

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Del júbilo a la ligera decepción. El robot Philae, que esta semana hacía historia al lograr aterrizar sobre la superficie del cometa P67, ha dejado de funcionar tal y como temían los científicos de la misión Rosetta. El ingenio se ha quedado sin batería después de haber aterrizado en una zona indeterminada del cometa a la que no llega la luz solar con potencia suficiente como para que pueda nutrirse de ella.

Así, durante la madrugada del viernes al sábado -hora española- y tras varios intentos fracasados del equipo de la ESA por intentar restaurar sus baterías, el robot ha entrado en suspensión, tal como explican en el blog de la misión de la ESA. No sin antes enviar los últimos datos que había recolectado, y que los científicos temieron perder si la conexión se interrumpía demasiado pronto.

Ahora el robot viaja adherido a la superficie del cometa, a la que finalmente pudo anclarse tras algunos problemas de inestabilidad iniciales, y la última esperanza que queda es que, durante su aproximación paulatina al Sol, reciba luz suficiente como para poder reactivarse. Esta posibilidad es mayor después de que rotara sus alas para alinearlas mejor y mañana podría recibir algunos rayos.

En cualquier caso eso, que sucederá si el cometa rota con normalidad, será un breve consuelo: el fin de los días de Philae llegará conforme se acerque al Sol en el que es el viaje suicida que el propio cometa P67 lleva a cabo en su trayectoria.

El aterrizaje, histórico por su dificultad y por la información que aporta a la humanidad, tuvo serios problemas: el robot no consiguió fijarse a la superficie con los arpones y tornillos que llevaba, así que rebotó hasta en dos ocasiones, pasando más de una hora en un vuelo de hasta un kilómetro de alto, hasta aterrizar en un lugar desconocido en algún punto del cometa.

A pesar de que finalmente consiguieron estabilizar al robot y fijarlo a la superficie, y a pesar también de que los imapctos no destruyeron al ingenio, al final el aterrizaje ha sido determinante: caer en un lugar con menor incidencia de radiación solar de la necesaria ha sido lo que ha condenado a Philae a una siesta... que podría ser la definitiva.

En cualquier caso la misión ha sido un rotundo éxito, no sólo por el hito del aterrizaje sobre un cometa a más de 500 millones de kilómetros de aquí y que viaja a una velocidad endiablada, sino por todas las pruebas y datos que se podrán obtener en cuanto se procese toda la información enviada por el robot.

Ahora, como él mismo decía en su cuenta de Twitter, toca descansar

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