El 23 de agosto de 2011, Madrid es una ciudad medio vacía. Sin embargo, el Congreso interrumpe excepcionalmente sus vacaciones porque el presidente tiene un anuncio que entrará en la historia de España.
José Luis Rodríguez Zapatero propone cambiar la Constitución en algo fundamental: limitar el endeudamiento del Estado al 3% y obligar, por ley, a pagar la deuda, cueste, lo que cueste. El PP le apoya a tres meses de las generales.
La ley suprema de país, que durante 35 años ha sido defendida como inmodificable, termina cambiándose en algo fundamental, sin referéndum, sin debate público, en sólo 10 días y en plenas vacaciones. ¿A qué se debe tanta prisa?
Para muchos, la respuesta es Merkel. La prensa publica la felicitación de la canciller alemana por la reforma constitucional, pero además nos enteramos de que fue ella quien la pidió: sólo unos días antes expresó "su deseo de que los Estados miembros de la zona euro incluyan una regla de equilibrio presupuestario en su legislación nacional". España obedece inmediatamente para evitar un peligro inminente: el rescate del país.
Cuando gana las elecciones el PP, Merkel, para no tener sorpresas, envía un telegrama a Mariano Rajoy. Primero le felicita, pero en la tercera línea va al grano. Le insta a "aplicar rápidamente las medidas de reforma necesarias". El presidente español responde rápido: tres semanas después aprueba los mayores recortes de la democracia: entre ellos sube los impuestos en contra de lo prometido.
Comienza así una sucesión de ‘consejos’ que vienen directamente de Alemania. En enero, Merkel dice en una entrevista a varios periódicos europeos que "la legislación laboral tiene que flexibilizarse". España responde 16 días después presentando la reforma laboral más agresiva y polémica de la democracia.
Pero Alemania pide más. Siguiendo sus recetas de austeridad, la Comisión Europea elabora un documento donde estudia las políticas deseables para nuestro país, y recomienda a España "ampliar la base imponible del IVA". Tres meses después, el gobierno sube el IVA, en algunos casos del 8 al 21%. Y Merkel nos vuelve a felicitar.
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