Los 30.000 jóvenes de entre 17 y 18 años que el bando republicano reclutó para el frente en la batalla del Ebro no sabían a lo que se enfrentaban. Su objetivo era pillar por sorpresa al ejército golpista cruzando el Ebro, pero el bando nacional lo descubrió antes de lo esperado y el campo de batalla se convirtió en un mar de cadáveres.

Jaume es uno de los supervivientes. Tenía 17 años y, ha explicado a laSexta Columna, no sabía lo que era una guerra. Cada vez que se acercaba la aviación fascista, Jaume se tiraba al suelo y mordía un palo para que no le estallaran los tímpanos. Asediado por las bombas y el calor, aquel julio de 1938, el ejército republicano no tenía agua potable para beber y la única fuente era un Ebro plagado de cadáveres.

"Solamente bebíamos agua del río. Estaba infectado porque había muertos. Al final cogí una infección intestinal", ha narrado. Tras recuperarse y fingir seguir estar enfermo para no volver al frente, tuvo que hacerlo. Consiguió cruzar el puente. Una pasarela de la muerte para muchos de sus compañeros. "Para correr yo era el primero, ¿eh? Y yo sentía clac clac, las balas que tocaban en el hierro, clac, clac".

Obligados a matar a quienes pensaban como ellos

Hubo una etapa de la Guerra Civil en la que la ideología no importaba para que te obligaran a apretar el gatillo. Independientemente de sus pensamientos, los jóvenes reclutados al frente debían obedecer las órdenes de sus generales. Así lo cuenta laSexta Columna en este vídeo.