La revuelta de los comuneros terminó en Villalar de los Comuneros en 1521 con la decapitación de los revolucionarios. Sin embargo, hoy en día las calles de esta localidad todavía homenajean a aquellos líderes, que terminaron inspirando a muchos rebeldes que vinieron después, desde los liberales de la Constitución de 1812 a los antifranquistas de los años 60, pasando por los republicanos de 1931.
A ellos cantaba el Nuevo Mester de Juglaría, un grupo que triunfó en la Transición. Su cantante, Fernando Ortiz, recuerda cómo en sus giras Villalar de los Comuneros era parada obligatoria. Allí se celebra desde hace 40 años el orgullo de los comuneros en una fiesta reivindicativa que, desde los 80, también es el epicentro del día oficial de Castilla y León.
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En el vídeo sobre estas líneas, laSexta Columna repasa la relación de los políticos con esta celebración que Vox no acepta: "Si no quiere venir, encantados, probablemente lo que celebramos aquí ellos estarían con los decapitadores", afirmaba Juan Gascón, de Izquierda Unida.
Un malo malísimo para la izquierda
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Pese a que el hijo de Gil-Robles defiende en la Sexta Columna que su padre era un "profundo demócrata", lo cierto es que el líder de la CEDA visitó un congreso nazi en 1933. Gil-Robles fue un malo malísimo para gran parte de la izquierda y un bueno buenísimo para su hijo Álvaro.